Pasadas las 11:15 horas, dos adolescentes vestidos con gabardinas negras entran en el instituto Columbine. Querían hacer realidad la fantasía que tantas veces habían plasmado en vídeos caseros.
"Me di la vuelta y vi a uno de ellos acuclillado a unos dos metros detrás de mí, apuntando con un arma. Todavía puedo oír el disparo", cuenta Kacey Ruegsegger Johnson, superviviente.
Ella consiguió salvarse, pero Dylan y Eric asesinaron a sangre fría a 12 de sus compañeros y a un profesor. Pudieron hacerlo porque tuvieron acceso a armas de fuego. Lo denuncia desde hace dos décadas la madre de uno de los asesinos.
"Fue asombrosamente fácil que un joven de 17 años comprara armas, tanto legal como ilegalmente, sin que yo lo supiera ni le diera permiso", asegura Sue Klebold, madre de Dylan Klebold.
Más de 200 personas han sido asesinadas en tiroteos en centros educativos desde la matanza de Columbine. Desde la Universidad de Virginia hasta el instituto de Parkland, en Florida, pasando por el colegio de primaria de Sandy Hook.
Pero en 20 años poco se ha legislado contra la posesión de armas ante las presiones de quienes defienden la segunda enmienda. De hecho, Estados Unidos sigue siendo el país con más armas en manos de civiles, por encima incluso de Yemen.
Mientras, institutos y colegios realizan simulacros para saber qué hacer en caso de un tiroteo. Ahora Kacey Ruegsegger es madre y es su hija le que se prepara por si ocurre lo peor.
"Me apena mucho que nuestros hijos tengan que hacer simulacro y que ella, con ocho años, pueda pensar que quizá el malo la encuentre", sostiene Ruegsegger.
Se crían aprendiendo a esconderse en un tiroteo mientras su país sigue sin atajar la epidemia de la violencia armada.