Los atentados del 11S podrían haberse evitado si la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de EEUU no hubiese ignorado el sistema de vigilancia ideado por uno de sus exanalistas, William Binney. Es la tesis del documental 'A Good American', de Friedrich Moser.

Pionero en el uso de metadatos para la investigación, Binney defiende que el comportamiento humano es matemáticamente predecible, y en 1997, trabajando ya para la NSA, empezó a investigar en internet, convencido de que los terroristas utilizaban la red para comunicarse. Sólo cuatro años antes se habían producido los primeros ataques contra el World Trade Center.

Junto con un pequeño equipo desarrolló Thinthread, un programa "de vigilancia perfecta", que utilizaba metadatos, y que fue perfeccionado para "no invadir la privacidad de nadie". Pero una combinación de "avaricia, arrogancia y falta de profesionalidad", según Binney, acabó con él.

La película cuenta cómo estando Michael Hayden al mando de la agencia (1999-2005), Thinthread perdió terreno a favor de un nuevo proyecto llamado Trailblazer, que se desarrolló mediante contratos externos, cuya principal beneficiaria fue una empresa llamada SAIC, dirigida por miembros retirados de la NSA.

"Trailblazer nunca llegó a ser más que un powerpoint, no hubo ni un prototipo", subraya Binney. "El powerpoint más caro de la historia -precisa Moser-; costó 4.000 millones de dólares, según cifras oficiales, las no oficiales elevan la cifra a más de siete mil".

"No se trataba de progreso, sino de dinero. Y mientras tanto, ocurrieron los atentados de Madrid o Londres, sin que se tomara ninguna medida para mejorar", insiste Moser.

A Binney no le cabe ninguna duda de que los atentados contra las Torres Gemelas de 2001 podrían haberse evitado. Cuenta que en enero de 2001 envió una petición a sus superiores para aplicar Thinthread a un listado de sitios web sospechosos de terrorismo. La petición fue rechazada.

Un compañero de trabajo, Tom Drake -el primero que desveló la historia de Thinthread a la prensa- hizo la prueba a posteriori y los resultados fueron devastadores, según desvela el filme. Para entonces Binney ya había renunciado a su empleo, después de 30 años trabajando para la NSA.

"Para mí lo más chocante no es que ocurriera el 11S. Los fallos humanos ocurren", dice el director. "Lo realmente duro es que los directivos de la agencia lo primero que pensaran fuera cómo enriquecerse con la tragedia", sostiene.