Es una jornada de defensa de los derechos y las libertades, y reivindicación del catalanismo. Pero ¿por qué ese día? Hay que remontarse a la guerra de Sucesión, hasta el 11 de septiembre de 1714. Ese día las tropas catalanas, que apoyan a Carlos III, libran su batalla final contra el ejército borbónico del rey Felipe V.

Y ese día Barcelona cae. Seis años después, el 11 de septiembre es declarado Fiesta Nacional de Cataluña para recordar ese coraje de quienes defendieron Barcelona.

Pero no fue hasta 1886 cuando se celebra una misa junto al Fossar de les Moreres, donde fueron enterrados muchos de los caídos.

Dos años después se erige la estatua de Rafael Casanova; el conseller en cap, símbolo de resistencia de esa batalla y desde entonces, epicentro de las ofrendas florales de ese día.

Y así, desde finales del siglo XIX y principios del XX la diada era prácticamente un homenaje conmemorativo.

Con la muerte de Franco, la diada revive. Incluso se debate si el día de Cataluña debe conmemorar una derrota o es mejor cambiarlo al día de Sant Jordi. Finalmente, se mantiene el 11 de septiembre y año tras año, las diadas empiezan a tener un cariz político y catalanista.

¿Cuándo se produce el giro soberanista?

En 2012. Ese año, la diada marca un antes y un después. Miles de personas salen a la calle al grito de independencia y una estelada gigante recorre las calles. Una manifestación de la Cataluña soberanista nunca vista antes.

Cuatro años después, y por primera vez, vemos incluso a un president de la Generalitat en esa misma manifestación independentista: Carles Puigdemont.

Este año, 2019, la diada va a celebrarse en vísperas de una sentencia histórica: la del 1 de octubre.