Las corrientes marinas se están frenando. Según un estudio publicado en la revista 'Science Advances', la corriente AMOC se encuentra cada vez más debilitada. Esa corriente del Atlántico, la que más afecta al clima de Europa, es la que ahora mismo se encuentra en una situación crítica.

Si la corriente AMOC se paralizase, entraríamos, en menos de 100 años, en un periodo glaciar, lo que supondría que en muchas ciudades europeas las temperaturas caerían entre 5 y 15 grados. Es decir, algunas zonas del norte de Europa quedarían congeladas, con nevadas perpetuas y temperaturas alteradas.

En España es como si estuviésemos en la zona más al norte de Europa, lo que trastocaría todo el clima. Esas borrascas cada vez más fuertes tendrían consecuencias en nuestra salud, nuestro ecosistema y, por tanto, en nuestra economía.

No podríamos cultivar cereales ni en Ucrania ni en el resto de Europa. Además, se produciría una reducción de hasta el 80% en nuestra ganadería y nuestra industria del vino desaparecería al no darse las condiciones necesarias.

Lo peor es que, a corto plazo, no se puede hacer nada. No obstante, estamos a tiempo de actuar para frenar esta tendencia a largo plazo. Para ello, habría que descarbonizar nuestra economía y eliminar el uso de combustibles fósiles de forma contundente.