Los pequeños comercios, talleres, peluquerías, etc. son las tiendas que, habitualmente, tenemos más a mano. Viven de su negocio, sobre todo, por la confianza del cliente del barrio. Pero no todas ellas responderían igual cuando vienen mal dadas. En casos de crisis económica, las más perjudicadas son las pequeñas tiendas minoristas de ropa.

Un reciente estudio elaborado por la agencia Scope Ratings señala que el sector minorista de Europa "corre el peligro de una nueva ola de quiebras" debido a la alta inflación y a la desaceleración económica.

El sector minorista de la moda sería el más perjudicado y sumaría el 57% del total de los cierres llegados a un punto crítico. Le seguirían, de lejos, las pequeñas tiendas de electrodomésticos y bricolaje, que acumularían el 13% de las quiebras en caso de complicarse la situación de la economía global.

Por qué están más cerca del precipicio

Recorremos varias calles comerciales de barrio y analizamos con los propietarios de pequeñas tiendas de ropa cuáles son sus principales retos. Todos coinciden en que no juegan en la misma liga que las grandes cadenas como Inditex, Primark o H&M, por nombrar algunas de las más conocidas.

Los propietarios y dependientes de las pequeñas de tiendas de moda reconocen que son cuatro los problemas que les colocan en la cuerda floja frente a los gigantes de este negocio:

  • La batalla perdida de los precios
  • Calles y locales con peor ubicación
  • Mínima venta online
  • Política de devolución más restrictiva

Aseguran que no pueden competir con los precios de las grandes cadenas que producen a una escala tan amplia que pueden permitirse tirar los precios a mínimos inasumibles para ellos. Además, los locales de las mejores zonas comerciales son también los más caros y la facturación de un local de barrio no puede hacer frente a ese gasto.

A esos dos principales problemas se suma la diferencia en las políticas de venta online o las devoluciones de prendas. Las grandes marcas tienen capacidad para ofrecer una mayor flexibilidad.

Las pequeñas tiendas aseguran que solo les queda agarrarse a su principal valor: la confianza y cercanía que ofrecen al cliente de barrio.