El ascensor social parece no funcionar en España. El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó la 'Encuesta de Condiciones de Vida (ECV)', un estudio que analiza la transmisión intergeneracional de la pobreza y en el que se refleja que salir de esta misma es una tarea ardua y alejada de la realidad. Tan solo el 9,2% de los adultos que vivían en hogares con una situación económica mala o muy mala cuando eran adolescentes tuvieron en 2023 ingresos altos. Una cifra escalofriante que se traduce en que únicamente uno de cada diez jóvenes procedentes de familias desfavorecidas consiguen salir del rango de una situación económica mala o muy mala.

Una disyuntiva aún más sangrante si se compara con el dato de hace un lustro. El INE advierte de que este porcentaje ha disminuido respecto a la encuesta de 2019, pasando del 10,1%, al 9,2% registrado el pasado año. La cuestión de la pobreza no solo radica en la falta de recursos de los jóvenes que proceden de familias desfavorecidas para romper el techo de cristal y mejorar sus condiciones de vida, sino que el porcentaje de adultos con núcleos familiares con ingresos bajos que mantienen dicha situación económica es aún mayor.

"El 24,6% de los adultos que vivían en hogares con una situación económica mala o muy mala en su adolescencia tenían ingresos bajos en 2023", explica el INE. Esta diferencia en el porcentaje es inferior a la obtenida en la encuesta de 2019, siendo del 34,2% con ingresos bajos.

La disparidad entre pobres y ricos es aún más llamativa con los datos del ECV con relación a los adultos que nacieron en familias con un poder adquisitivo alto. El 16,9% de los jóvenes que vivían en hogares con una situación económica buena o muy buena tenía ingresos bajos el año pasado, mientras que la estadística se acrecenta cuando se equipara con los ingresos altos,que rozan el 23,4%.

A pesar de que las estadísticas hablan por sí solas, el INE ha explicado que "esta diferencia en los porcentajes es inferior a la de 2019 (13,2% con ingresos bajos y 30,0% con ingresos altos)". Así, el documento concluye que si bien tanto la riqueza como la pobreza se heredan, esta última sufre importantes trabas, descartando que exista una igualdad de oportunidades o una equidad en la ciudadanía.

La formación, otro factor a tener en cuenta

No solo influye los orígenes en los que se han críado los jóvenes y la situación económica de la que parten, sino que los estudios tanto obligatorios, como superiores es un factor muy a tener en cuenta: "De los adultos que vivían en hogares con una situación económica mala o muy mala cuando eran adolescentes, un 19,3% tenía educación primaria o inferior en 2023 y un 23,3% educación superior. En la encuesta de 2019 estos porcentajes fueron del 26,9% y 15,8% respectivamente".

Una tesitura que es completamente distinta en el caso de hogares con ingresos altos. El 5,2% de los adultos que vivían en hogares con una situación económica buena o muy buena tenía el año pasado educación primaria o inferior y un 53,1% educación superior. Al igual que en el caso de los hogares con ingresos bajos, la diferencia de porcentajes es "inferior a la de 2019 (3,0% con educación primaria o inferior y 56,5% con educación superior)".

Dejando de lado la educación obligatoria y entrando en los estudios universitarios o formaciones profesionales, uno de cada cuatro adultos que rondaban entre los 24 y 44 años que vivían en hogares con una situación económica mala o muy mala en su adolescencia tenía educación superior en 2023. El porcentaje en el caso de adultos entre 45 y 59 años es ligeramente inferior, alcanzado el 21,4%.

Por su parte el 58% de los adultos entre 25 y 44 años que vivían en hogares con una situación económica buena o muy buena tenía educación superior. Este porcentaje fue del 46,6% para los adultos entre 45 y 59 años.

Para terminar, el INE compara la relación directa que hay entre los jóvenes con formación educativa y los hogares cuyos cabezas de familia tenían estudios: "El 40,1% de los adultos entre 25 y 59 años cuyos padres tenían un nivel de estudios de educación secundaria de primera etapa o inferior había alcanzado este mismo nivel de educación en 2023. Por su parte, el 36,2% tenía educación superior. Por otro lado, el 5,9% de los adultos entre 25 y 59 años cuyos padres tenían educación superior había alcanzado el año pasado un nivel de secundaria de primera etapa o inferior, y un 77,4% estudios superiores".