La fusión de CaixaBank y Bankia conllevará el despido de 8.291 empleados y el cierre de 1.534 oficinas. La noticia, que se traduce como uno de los mayores recortes de la historia de la banca nacional, ha caído como un jarro de agua fría entre los trabajadores; tanto, que hasta Nadia Calviño ha llamado a la responsabilidad de los dirigentes del sector.
Tras el Pleno celebrado hoy en el Congreso de los Diputados, la ministra de Economía y vicepresidenta segunda del Gobierno ha afirmado que "(los bancos) deben actuar con responsabilidad y tratar de buscar todas las alternativas posibles que minimicen el impacto negativo sobre el empleo".
Además, ha arremetido contra los pluses cobrados por los ejecutivos calificándolos de "inaceptables". Ha añadido que "no se corresponden con la situación económica de nuestro país y aún menos en aquellas entidades que anuncian recortes en sus plantillas".
Las cuantías de estos extras son dispares: mientras que Banco Santander fija cuantías de alrededor de 341 millones de euros para repartir entre los altos directivos, las de BBVA y CaixaBank ascienden a 38 millones de euros y 17 millones de euros, respectivamente.
Los empleados afectados, ante semejantes números, se muestran incrédulos. Un trabajador de CaixaBank ha afirmado que "entenderse no se entiende" y califica esos cobros como "infames". Otra operaria de la entidad ha asegurado que les parece "una tomadura de pelo".
Después de la fusión, el banco cuenta con 44.400 empleados y dispone de 5.639 oficinas. Estas reducciones se traducen en un 'tijeretazo' a la plantilla del 18,67% y del 27,2% de establecimientos físicos.