Los inmigrantes en los países en desarrollo no sólo contribuyen a sus economías, sino que no distorsionan el mercado laboral. Así lo corrobora un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT)

Los autores del informe hacen hincapié en que no hay signos de que los trabajadores inmigrantes hagan bajar la renta per cápita de los países receptores, ni de que tengan un impacto negativo sobre la productividad en la empresa o en los sectores de actividad en los que están empleados. Además, participan en la transferencia de conocimientos y en la innovación.

En esta línea, ya en 2011 el estudio Inmigración y Estado de bienestar en España, de la Obra Social de La Caixa dejaba claro que los inmigrantes asentados en España aportaban más al Estado del bienestar de lo que recibían. En este año, el número de inmigrantes rondaba el 13% de la población total y aportaban, principalmente, estabilidad económica. Eran el 10% de los afiliados a la Seguridad Social y hacían el sistema de pensiones un poco más sostenible ya que servían de contrapeso al envejecimiento.

El gasto sanitario que suponían los inmigrantes para el Estado era sólo del 5% y de todos los pensionistas, sólo el 1% eran extranjeros.

La la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico y la Organización Internacional del Trabajo destacan que las políticas para favorecer la integración de los inmigrantes pueden reforzar su contribución a los países que los acogen. Por eso lanzan una serie de recomendaciones, empezando por la de facilitar las entradas regulares para que las personas que llegan del extranjero tengan un estatuto legal y un trabajo formal.

En esa misma línea, apuestan por favorecer la empleabilidad de los inmigrantes, darles entrada en los dispositivos de formación, suprimir las barreras para que puedan invertir o crear empresas, proteger sus derechos y luchar contra su discriminación.

Los autores del informe recuerdan que un tercio de los inmigrantes mundiales residen en países en desarrollo, donde su papel económico es creciente.