La marca del que fue el quinto banco español desaparecerá con la compra. "La idea es que haya una integración entre Santander y Popular", ha declarado Ana Botín, presidenta del Banco Santander.

Una operación que genera incertidumbre en los empleados del grupo que desconocen qué va a pasar y cuál será su futuro.

Es el final de una entidad ligada desde sus orígenes al Opus Dei y a la financiación de pequeñas y medianas empresas.

"El reforzamiento de la solvencia y de la rentabilidad es el modelo de este equipo de gestores" ha declarado Ángel Ron, expresidente del banco Popular, en 2004.

Un modelo que lo llegó a convertir en el banco español más rentable en 2007, cuando sus acciones superaban los 39 euros, pero la crisis del ladrillo llenó sus balances de casas invendibles y terrenos que no valían nada.

"El crecimiento de la economía se basaba en el negocio inmobiliario", ha señalado Ángel Ron en el mes de febrero.

Una situación en la que ahondó la compra del Banco Pastor en 2011 y que supuso pérdidas millonarias para los inversores, ya que venía con 7.000 millones de activos tóxicos inmobiliarios. El ladrillo es una losa de 35.000 millones en el balance.

La solución de Ron fue pedir dinero a los accionistas con unas cuentas que no reflejaban la realidad de las pérdidas. "Es la mejor forma de contribuir al desarrollo futuro del banco" apuntó Ron durante una rueda de prensa.

Con 3.500 millones de pérdidas en 2016, Ron dejó su cargo el pasado febrero, declarando que se iba con "el deber cumplido" y con una recompensa de 24 millones de euros que irá recibiendo hasta que muera.

Los accionistas se quejaron de la pensión que Ron iba a recibir durante la última junta del banco, en la que acordaron poner a Emilio Saracho al frente de la entidad, pero tampoco ha sido la solución.

Su mandado ha sido el más breve y el fin del Popular ha llegado tres meses después.