El impuesto a la bancaque quiere establecer el Gobierno ya proliferó en Europa tras la crisis de 2008. Entonces no podíamos dejar caer al sistema financiero y, por eso, fue rescatado. A cambio, muchos países implantaron un impuesto al sector. Unos tributos, según apunta Jesús Ruiz-Huerta, profesor emérito de la Universidad Rey Juan Carlos, que se plantearon precisamente "como medidas para recuperar las ayudas concedidas a la banca en los distintos países".

Así, Hungría lo estableció en 2010 al crédito interbancario; Bélgica en 2012 al tamaño, el riesgo y la inversión de la banca; en 2011, Austria hizo lo propio con los activos, inversiones y depósitos; Portugal directamente gravó los beneficios y Francia, el tamaño y solvencia de los bancos.

Julen Bollain, profesor e investigador en Mondragon Unibertsitatea, recuerda que en este último país "lo estableció en la propia Christine Lagarde", entonces ministra de Economía y hoy presidenta del Banco Central Europeo. El impuesto, explica el experto, "se justifica en una situación económica que beneficia mucho a algunas empresas y a la vez perjudica a la mayor parte de la población".

Lo cierto es que hay que retroceder 10 años para encontrar unarentabilidad similar a la que tienen ahora muchos bancosespañoles, pero algunos especialistas, como el gestor de Valentum Jesús Domínguez, "no es el mejor momento para poner el impuesto". "Llevamos muchos años con este entorno de tipos muy bajos en los que los bancos casi no han ganado dinero", argumenta.

Gravamen a las energéticas

Este gravamen individual y ligado al sector de cada país europeo, en todo caso, también se ha visto más recientemente con el energético. En este sentido, Bollain explica que "se están estableciendo distintos impuestos" cuyo futuro, a su juicio, "pasa por una integración internacional". Así, Reino Unido subirá un 25% el impuesto de sociedades a empresas de gas y petróleo. Italia, por su parte, gravará un 25% directamente sus beneficios y Rumanía, un 80% sus ingresos.

"En casi todos los países y desde luego en este, se plantean como impuestos temporales", incide por su parte Ruiz-Huerta. Además, son impuestos finalistas: tienen como objetivo paliar las dificultades económicas de los hogares sufridas por la crisis.

Aun así, algunos, como el vicepresidente de la CEOE, Íñigo Fernández de Mesa, insisten en que "son impuestos que no resuelven el problema del déficit público y que tampoco resuelven el problema de la inflación, sino lo que hacen es acrecentarlo".