Las bodegas de Extremadura y La Rioja llevan años acumulándose excedentes de vino. Solo en este último, las barricas extremeñas han pasado de almacenar 766.943 hectolitros de vino tinto y rosado, a 969.123. Es decir, un 26,4% más. Un porcentaje que casi se duplica si analizamos las cifras de vino blanco: de 1.211.927 hectolitros en 2022, a 1.777.635 a marzo de 2023. Un 46,7% más, según los datos de INFOVI. Vino al que, lamentan, no pueden dar salida.

La Rioja vive una situación similar. Sus reservas de vino blanco han aumentado un 2,5%, y las de tinto y rosado, un 4,2%, hasta los 5.201.345 hectolitros. Unos niveles "de almacenaje históricos", nos cuenta Carlos Rubio, gerente y enólogo de Bodegas Corral, en la localidad riojana de Navarrete. Las razones, para él, pasan por una mejora "productiva" de las viñas, así como una caída en las ventas nacionales e internacionales: "están muy estancadas y, en algunos casos, ha habido incluso bajadas".

Bajada en las exportaciones

Las exportaciones de vino español han caído un 9,2% en 2022. No es que el mundo haya perdido interés en este producto. En Francia, sin ir más lejos, también han caído. La causa radica en un cambio de actitud en nuestros clientes históricamente más leales.

Por ejemplo, China ha reducido sus importaciones de vino español un 20,6% en volumen y un 11% en valor, lo que ha hecho que nuestro mercado deje de ganar unos 1.300 millones de euros de sus ventas al gigante asiático.

Bebemos menos vino

Otro de los cambios en la demanda de vino español se encuentra dentro de nuestras fronteras. El consumo de este producto disminuyó un 8,9% en 2022.

Bebemos menos porque está más caro. Todos los tipos de vino han subido de precio a lo largo del último año. A enero de 2023, el precio medio del vino puesto a la venta en hostelería alcanzaba los 6,23 euros el litro, y en alimentación (supermercados, vinotecas, etc.), 4,10 euros el litro; los rangos más altos de la serie histórica.

Es en estos últimos donde más se ha reducido la demanda. Porque mientras el consumo de vino en bares y restaurantes parece mantenerse estable (ha subido un 1,6%), la compra de este mismo producto en superficies y comercios ha descendido un 5,5%, según datos de Nielsen IQ. Una bajada que no compensa la ligera mejoría en la restauración.

¿Qué hacemos con tanto vino?

Desde Extremadura y La Rioja, las regiones más afectadas por esta acumulación de excedente, piden una destilación de crisis. Es decir, convertir su vino de más en alcohol etílico para uso industrial. Una técnica que ya se llevó a cabo durante los peores meses de la pandemia, también por la frenética caída en el consumo.

En esa ocasión, el Gobierno permitió sacar del mercado 2 millones de hectolitros de vino. Para ello, compró ese vino a 40 euros por hectolitro, aportando para el proceso un total de 65,5 millones de euros.

Para la Federación Española del Vino, un proceso "muy caro", que implica en muchas ocasiones sacar ese dinero de las partidas presupuestarias que destina el Gobierno a la promoción del producto. "No estamos como en el año del Covid", sentencia José Luis Benítez, su director general. Sin embargo, "si puntualmente alguna zona, véase la zona de La Rioja, o Extremadura, quieren tomar esa medida puntual para una serie de litros y aportar sus fondos, por supuesto, no nos oponemos".

La Rioja sufre además un caso "paradigmático", asegura Benítez, ya que su Denominación de Origen obliga a los viticultores a cultivar tres veces más vino del que pueden vender. Su Consejo Regulador ha aprobado recientemente un plan bianual de reducción de la producción para que las bodegas y cooperativas reduzcan sus rendimientos y puedan así, reequilibrar el mercado y evitar estos excedentes.