Black Friday, traducido al castellano significa tiendas llenas. "Es insoportable, no se puede comprar", asegura una mujer.

Ya sea poco, o mucho, casi ocho de cada diez españoles, según Deloitte, comprará algo.

Con entusiasmo se han unido las grandes firmas, pero a regañadientes la mitad de los pequeños comercios según la patronal. "No nos beneficia casi nada", aseguran pequeños comerciantes.

En otras tiendas no hay ni rastro del Black Friday y aseguran que son iniciativas que van a terminar con los comercios del centro de las ciudades.

"Son competencias increíbles con las que el pequeño comercio no puede hacer nada", sostiene el responsable de una tienda en Santiago de Compostela que planta cara al Black Friday.

Un Black Friday que, según Adecco, ha generado más de un millón de contratos. Un joven en Sevilla explica que el suyo es "por días".

Los sindicatos denuncian la otra cara de esa cifra: la temporalidad y precariedad. Citan a gigantes como Amazon. "Ha hecho descuentos y ha hecho rebajas de las condiciones laborales", apunta Alfonso Domínguez portavoz de CCOO.

Un Black Friday que rebaja también la calidad del medio ambiente. "Hay un aumento del tráfico y hay un aumento de la contaminación", indica Eduardo Gutiérrez, de Ecologistas en Acción de Andalucía.

Sólo el lunes se repartirán 3,5 millones de paquetes por una jornada de descuentos que nos cuesta pronunciar.