El precio del combustible sube y baja con una volatilidad sorprendente. Un hecho que, en gran parte, se debe a la cotización de los futuros del petróleo, que se dispara con una guerra y se contrae con una recesión, pero que más o menos obedece a terremotos informativos o a shocks de oferta o demanda. Sin embargo, poco a poco esto está dejando de ser así, porque cada vez hay más fondos gestionados por robots automatizados con poder para cambiar los precios.

Casi todos los fondos llamados CTA están automatizados gracias a Inteligencia Artificial. Estos fondos, según las recopilaciones de Bridgeton Research Group que recoge Bloomberg, tienen el 20% de las participaciones del mercado del petróleo, pero son casi el 60% de las transacciones que se mueven en el mercado. Esto quiere decir que se mueven el triple de lo que representan, y lo que les da capacidad para modificar los precios.

El resultado que consiguen con sus movimientos es un mercado más volátil en momentos en los que, a priori, no está ocurriendo ningún acontecimiento ni en el mundo ni en el sector propiamente. Volatilidades de más de 2 dólares en la cotización diaria que cada vez son más frecuentes, y que utilizan para ganar dinero a corto plazo, con operaciones bajistas o alcistas.

Al menos ahora mismo estos operadores automáticos en el mercado de materias primas no están en Europa por las propias leyes del continente, pero su acción sí que genera repercusiones.