Gemma González no puede perder de vista a sus hijos, ni un segundo. Tienen 13 años y una discapacidad de casi el 80%. Ella dejo su trabajo de consultora para cuidarlos. "En un primer momento lo intentas, pides una reducción de jornada pero llega un punto que es imposible", afirma.

Es una de las más de 100.000 personas que ha tenido que dejar de trabajar por cuidar y quiere que al menos se le reconozca como un trabajo: "Ni siquiera cotizamos días de trabajo para la jubilación".

El hijo de Belén Fernández tiene retraso madurativo. Ella trabajaba como administrativa y pidió que le cambiaran el horario partido por un horario de 7 a 15 horas. "Desde recursos humanos vinieron a visitarme y me dijeron que entendían mi problema pero que no contaban conmigo más", afirma.

En los últimos cinco años, las personas que han tenido que dejar de trabajar por cuidar han subido en un 44%. El perfil más repetido es el de una mujer mayor de 45 años como Paloma. Ella ha pasado más de 15 años cuidando de su hijo con una enfermedad rara y de su madre, dependiente reconocida. Ahora, quiere volver a trabajar pero a sus 50 años dice estar fuera del mercado. "A veces te dan ganas de tirar la toalla", sostiene.

Son mujeres que lo han dejado todo por cuidar y que no saben si algún día recuperarán su vida.