Lo que se intenta en California con las petroleras, demandando a cinco grandes compañías de petróleo y gas por engañar "durante décadas" sobre el cambio climático, ya se consiguió a finales de los 90 en Estados Unidos con la industria del tabaco. Años en los que las tabacaleras utilizaban incluso la imagen de los médicos para animar a fumar.

Los presidentes de las siete mayores tabacaleras del Estados Unidos tuvieron que testificar ante en Congreso, acusados ocultar la adicción que provocan los cigarrillos y del riesgo de provocar enfermedades.

Uno a uno, todos negaron conocer que la nicotina es adictiva. Pero se demostró que mentían y acabaron pagando indemnizaciones millonarias.

Particulares de todo el país se animaron a demandar a las compañías al ser consciente de que el dinero y beneficios estaban para estas compañías por encima de la salud pública.

Empezó entonces un periplo judicial, lleno de sanciones, que incluso llegó a poner en peligro el futuro de las tabacaleras.

En Estados Unidos los cuatro grandes fabricantes fueron condenados a pagar casi 30 millones de dólares a una de las grandes aseguradoras de Nueva York por engañar a sus clientes.

En España, la justicia nunca llegó a condenar a tabacaleras como Altadis. En ese caso argumentó que el fumador conocía el riesgo y no se podía demostrar que su muerte fuera causada exclusivamente por el tabaco.

Ahora todas las cajetillas advierten del peligro por ley, pero al otro lado del Atlántico todavía se acuerdan aquellas multas millonarias.