El ‘monstruo’ de las ciudades no es un animal mitológico sino una bola compuesta por tres ingredientes: grasa, aceites de cocina y toallitas higiénicas. Una combinación fatal que causa grandes tapones como el que se ha encontrado en Sidmouth, al sur de Inglaterra.

La empresa gestora de las aguas, South West Waster, está intentando deshacer una mole de basura de 64 metros de largo, el equivalente británico a unos “seis autobuses de dos pisos puestos uno detrás de otro”, como ha explicado su director, Andrew Roantre.

Este ‘fatberg’, el mayor encontrado hasta ahora en todo el condado de Devon según la gestora, es más largo incluso que la altura de la Torre de Pisa (57 metros) o que el edificio madrileño del Palacio de la Prensa. De hecho, el personal técnico ha estimado que tardarán unas ocho semanas en deshacer el tapón.

El término ‘fatberg’, un acrónimo formado por la palabra fat (grasa) y berg (haciendo referencia a un iceberg), se creó en el año 2013 con el hallazgo en Kingston, Londres, del primer ‘monstruo’ de las alcantarillas. La palabra fue acuñada por el diccionario de Oxford en el año 2015, junto con otras como manspreading o Brexit.

El ‘monstruo’ de las toallitas convertido en arte

Pero no son los únicos ‘monstruos’ encontrados en las alcantarillas británicas. El pasado mes de septiembre se halló otro cúmulo de residuos en Whitechapel, al este de Londres, su peso se estimaba en casi 130 toneladas y ocupaba 250 metros lo que se traduce, siguiendo con el símil de los autobuses, en una altura de once autobuses de dos plantas.

El presidente de la empresa encargada de la gestión de residuos Thames Water, Matt Rimmer, confesó que era “uno de los más grandes que hemos visto nunca”. Tal era la envergadura del conocido como ‘Fatberg de Whitechapel’ que a día de hoy tiene un lugar privilegiado: las vitrinas del Museo de Londres.

Para Vyki Sparkes, comisaria del ‘Museum of London’, este residuo “es un pedazo de historia” que hace reflexionar a los visitantes: “Todos somos un poco responsables de la existencia de los fatberg”. Para que no se olvide el problema, un fragmento de este gran ‘monstruo’ ya forma parte de la colección permanente del museo que, además, lo exhibe en directo, desde una ‘FatCam’ en su canal de Youtube.

Las autoridades británicas han recordado que los aceites usados no deben desecharse en el inodoro, sino ser separado para su conveniente procesado. South West Waster ha recordado que por el retrete solo pueden ir lo que en inglés llaman “las tres P”: pipí, papel y caca (‘poo’).

Un gesto que cuesta 200 millones al año en España

Las grandes causantes de esta maraña de tejidos son las toallitas húmedas, que están causando graves estragos en el subterráneo de las ciudades de todo el mundo. Las toallitas húmedas se venden como biodegradables, pero su descomposición es lenta y ya suponen un gran problema para los consistorios. En España también hemos visto estos ‘monstruos’: en Valencia tuvieron que retirar una bola de toallitas húmedas de casi un kilómetro de largo, y en Ibiza apareció una maraña de toallitas húmedas junto al mar, un “decorado” de telas más propio de Halloween.

La Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS) calculó que estos atascos están costando a las arcas públicas unos 200 millones de euros año en España. Desde AEAS recomiendan que estas toallitas se tiren “siempre a la basura, así como los bastoncillos, compresas o cualquier otro residuo que no sea papel higiénico ni residuos humanos”.