Si tuviéramos que resumirlo y simplificarlo, sería un poco como eso de "a las dos serán las 3" . Pues ahora, las "A" serán las “B”. Así que puede que una lavadora que ayer era A+++ hoy será B, C o hasta D, es decir, consumirá lo mismo pero su etiqueta será diferente.

El Ministerio para la Transición Ecológica justifica el cambio por la saturación del mercado en cuanto a productos A, A+, A++ o A +++ se refiere. Tanto plus complicaba la toma de decisiones y el espíritu de la etiqueta es justo el contrario.

Los principales cambios

La idea es simplificar las cosas para que, como consumidores, tomemos decisiones más sostenibles. Así que no te asustes y toma nota de las modificaciones.

Hasta que alguien innove de forma clara en cuanto a eficiencia y sostenibilidad, la máxima categoría, la mejor, será la B. Por tanto, desaparecen los "pluses" y se acaba eso de A+,++,+++,++++...

De hecho, desaparece la categoría A, salvo algunas raras excepciones de aquellos que tengan grandes innovaciones tecnológicas. Con esto se busca estimular a los fabricantes, hacer que innoven en sostenibilidad para ser los primeros en lograr esa ansiada "A". Algo que sin duda harán, ya que según un estudio de OCU, el 85% de los consumidores tiene en cuenta el etiquetado energético antes de tomar una decisión.

Las categorías cambian. Antes iban de la A a la D y ahora llegan hasta la G.

Los colores se reasignan. Sigue habiendo tres tonos de verde, pero ahora el oscuro será para quienes logren (cuando lo logren) la categoría A. Un poco más claro para la B, un poco más para la C, amarillo para la D, naranja E, teja F y rojo, los menos eficientes y los que más consumen, categoría G.

Además, seguiremos viendo información relevante sobre el consumo en el etiquetado: el consumo de kwh/año (recalculado para ser más preciso), el nivel de ruido, los litros de capacidad en el caso de los frigoríficos...

Las nuevas etiquetas llevarán también un QR. Se trata de que la persona que quiera informarse bien antes de comprar lo tenga fácil. Se acabó eso de buscar online las especificaciones del producto.

En el caso de los fabricantes, cambia la manera en la que se realizan las pruebas para asignar las categorías. Para ellos, los límites se vuelven más exigentes, siempre buscando allanarle el camino al consumidor.

¿Cuándo entra en vigor todo esto?

No todos los electrodomésticos cambian de golpe. El proceso de adaptación de este tipo de etiquetas (que llevan décadas entre nosotros) será progresivo. Arrancará por las lavadoras, lavasecadoras, lavavajillas, frigoríficos, congeladores, vinotecas, televisores y monitores. El 1 de septiembre le tocará a los sistemas de iluminación y ya en 2022 a las secadoras y aires acondicionados .

De todos modos, si hoy te encuentras con una lavadora con dos etiquetas, tranquilo. Es normal. Se hace para facilitar la adaptación. Y sí, puede ser que el consumo de ese mismo aparato sea diferente.. Se debe a la nueva manera de calcular de la que ya hemos hablado. Si quieres saber algo más, este es el enlace a la web oficial de la Unión Europea.

Pero la pregunta del millón es: ¿de verdad se nota el ahorro?

Se nota y mucho como se ve en estos dos ejemplos.

  • FRIGORÍFICO: La diferencia entre uno B y uno G supone un ahorro del 66% del consumo de electricidad. En euros, implica pasar de un gasto medio de 360 euros a lo largo de toda la vida útil del aparato (15 años) en un clase B, a 1058 euros en un clase G. ¡Eso son 698 € de diferencia!

Si lo quieres calculado año a año, un clase B gasta 24€ anualmente y un clase G, 71€.

  • LAVADORA: Entre la B y la G hay un 48% de diferencia si de consumo de energía hablamos. Así, durante toda la vida de la lavadora, con una clase B gastaremos 709€ en electricidad y con una clase G, 1364€.

Eso, si lo traducimos al consumo año a año, supone que una clase B gasta 47€ frente a los 91€ de una clase G.

Así que piensa, ¿de verdad ahorras si te compras la G solo porque es más barata?.