La obsolescencia programada es la planificación de antemano de la vida útil de un producto, de tal forma que, pasado un tiempo predeterminado en su fabricación, deja de funcionar y nos obliga a reemplazarlo por otro.

Benito Muros es un ingeniero catalán que creó una bombilla sin esta 'fecha de caducidad'. El problema: ninguna empresa está dispuesta a comercializarla o, al menos, no en esas condiciones.

Según recoge 'Cinco Días', Muros tuvo la idea durante un viaje a California en el que visitó el parque de bomberos de Livermore, donde una bombilla lleva encendida de forma initerrumpida desde hace más de un siglo.

El ingeniero quiso replicar esta idea; su empresa, Light & Life, promete ser capaz de fabricar una bombilla que, según explica, dura de media 85.000 horas.

El secreto, indica, está en su composición de "aluminio puro" que incrementa su durabilidad, pero también su precio: cuesta en torno a unos 25 euros. No obstante, asegura su creador, consume menos y dura mucho más.

Su invento, sin embargo, no habría sentado precisamente bien a los fabricantes de bombillas convencionales y Muros, que preside la fundación Feniss contra la obsolescencia programada, asegura haber sufrido "una campaña de desprestigio" a raíz de su creación.

Además, dice, su compañía no dispone de los medios para fabricarlas a gran escala. Por eso, necesita de una empresa mayor que pueda invertir en el proyecto, aunque aún no ha encontrado una que le garantice mantener su concepto libre de obsolescencia programada.

Así, aunque ha recibido algunas ofertas, hasta ahora no ha aceptado ninguna: en 2016, dos empresas catalanas se interesaron por la idea, pero "ninguna cadena estaba dispuesta a vender una bombilla que no se estropease", según explica Benito Muros a 'Cinco Días'.

Recientemente, afirma, una compañía estadounidense también le hizo una oferta para vender su producto, pero ha decidido rechazarla también, ya que la firma inversora controlaría más del 50% de la empresa y podría cambiar impunemente su proyecto.

De momento, según explica su inventor al citado medio, la idea es producir las bombillas bajo demanda, de tal forma que el cliente abone primero el precio -con un descuento- para después producirlas y entregarlas, como si de un crowdfunding se tratara.