Chipre recibirá 10.000 millones de euros de Europa a cambio de renunciar a gran parte de su sector financiero. Pero Chipre mantiene que se trata del mejor acuerdo posible.
La nueva era chipriota pasa por liquidar el segundo banco más importante del país, el Laiki Bank. Se convertirá en un banco malo. Los activos buenos y los créditos de buena calidad irán al primer banco del país.
La troika ha logrado que el rescate a Chipre lo paguen los accionistas, bonistas y grandes ahorradores. Los que tengan un depósito con más de 100.000 euros podrán perder hasta el 50%. Con su dinero salvarán a Chipre de la quiebra.
A los Chipriotas les espera un futuro de recortes, reformas y privatizaciones que agravará su recesión. Alemania se ha encargado de dejar claro que ellos no son los responsables.
Los chipriotas sólo pueden sacar 100 euros al día de los cajeros y el corralito no tiene, de momento, fecha de caducidad. Para Rusia, cuyos compatriotas son los grandes perjudicados, el plan de rescate es simple y llanamente un "robo".
El acuerdo reducirá considerablemente el tamaño de ese sector financiero y obligará al país a elevar su impuesto de sociedades, del 10% actual a un 12,5%, todavía bajo pero más aceptable para Bruselas.
Países como Alemania, Holanda, Finlandia y Austria calificaban el modelo chipriota como un paraíso fiscal y albergaban muchas dudas acerca de la limpieza de una parte de los depósitos en la isla pertenecientes a ciudadanos rusos (unos 24.000 millones de euros, según Moodys), a pesar de la buena nota obtenida por la isla en todas las auditorías independientes que se han realizado sobre su sistema bancario hasta este momento.
En la isla defienden ese modelo de negocio tanto los partidos de la derecha como los de izquierda, y denuncian un agravio comparativo con países como Luxemburgo, Irlanda, algunas zonas de Inglaterra e incluso Alemania.