El Gobierno chino se ha fijado un objetivo de crecimiento del PIB de entre el 6,5% y el 7% para 2016, frente al 7% de 2015, a la luz de la ralentización que está sufriendo la segunda economía mundial.

La meta, que figura en el informe de trabajo gubernamental que lee el primer ministro Li Keqiang ante la Asamblea Nacional Popular (ANP, Legislativo), se establece después de que China el pasado año no lograra cumplir su objetivo de crecimiento por una décima (su PIB aumentó el 6,9%).

El informe también fija, entre otros indicadores, que la inflación se mantenga en torno al 3%, como en ejercicios anteriores, la creación de 10 millones de puestos de trabajo urbanos (frente a los 13,12 millones generados en 2015) y un aumento del presupuesto de defensa del 7,6%, el más bajo de los últimos seis años.

Las perspectivas "tienen en cuenta la necesidad de avanzar en la reforma estructural" y "ayudarán a guiar las expectativas de mercado y mantenerlas estables", señala el informe, en el que también se proyecta un crecimiento medio del PIB del 6,5% para el lustro 2016-2020, en el que se aplicará el XIII Plan Quinquenal.

Las cifras contrastan con las de las dos décadas pasadas, en las que China logró alzas del PIB anuales de alrededor del 10%, aunque Pekín afirma que a medida que se desarrolla el país es más complicado mantener altas cifras de crecimiento.