Comprar, comprar y comprar. Estos días se nos dispara la fiebre consumista. Hay pocos que se resistan al símbolo del descuento. Parece mágico, nos atrae y si no tenemos cuidado nos acaba vaciando la cartera. Pero hay cosas que por mucho que queramos no vamos a poder comprar. Puede que sean objetos cotidianos, pero ni aunque tuvieran descuento están al alcance de todos.

Como por ejemplo una camiseta que podría estar en cualquier tienda pero que cuesta 900 euros. Es de Valentino y claro, la alta costura no se anda con tonterías. O un vino de tan solo 300.000 euros, una cámara de fotos de millón y medio o el reloj de los 25 millones de euros.