Llegar en el primer vuelo del día a Ginebra, pasar la mañana esquiando de pista en pista, calentar el cuerpo con chocolate y rematar con una visita a la sucursal. Éste era el pack turístico de más éxito entre 'los peregrinos del cash'.

El dinero entraba y salía en efectivo del HSBC, en manos de una clientela de lo más variopinta, entre la que destacaban dos colectivos: amas de casa y estudiantes.

Según las fichas del HSBC, la anónima Hanne Tox es sólo una ama de casa danesa de 57 años. En 2005 voló desde Copenhague a Ginebra para reunirse con su agente bancario, quería abrir una sociedad off shore. Tras la gestión voló de nuevo a su hogar, meses más tarde volvió a coger el puente aéreo.

Según la información del banco durmió en un cinco estrellas, hizo compras y se pasó por la sucursal a retirar 13.000 euros en efectivo antes de volver a Dinamarca. "Son como mulas de dinero. Te puedes presentar allí con un maletín repleto de dinero, es fácil", explica Juan Carlos Galindo, experto en blanqueo de capitales.

Tan sencillo que Eufemiano Fuentes llegó a sacar 265.000 euros en un año. Él dice que fue para comprarse un barco.

Entre el trasiego de maletines, la banca suiza nunca ha hecho muchas preguntas. "Suiza no pone limitaciones más allá de las que marquen las leyes de los distintos países", asegura Jorge Sánchez, director de Fiscalidad Internacional de Montero-Aramburu.

Un límite situado ahora en 10.000 euros, es el máximo dinero que se puede sacar y meter en España sin dar parte a Hacienda, cerrazón que ya asume el HSBC. Aún así Suiza sigue funcionando a toda máquina. Habrá que ver qué pasa en 2018 cuando termine de levantarse el secreto bancario.