Aún alucinan con los puñetazos, empujones entre dos aficionadas del mismo equipo a la que se fueron sumando más mujeres, incluso, con aficionados animando.

Ni la seguridad del estadio podía frenar la pelea, un policía tuvo que pedir ayuda a un segundo para intentar colocar las esposas a una detenida, pero es imposible.

Se tiene que sumar un tercero para intentarlo. Finalmente se logra el objetivo, detener una pelea. Por cierto, de la que aún no se sabe por qué se inició.