La imagen del campo base del Everest, a más de 5.300 metros de altura, llama la atención por sí sola. En plena temporada alta, la masificación provoca situaciones inéditas: filas de personas, subiendo una detrás de otra.

Imágenes que denuncian que la montaña más alta del mundo se ha convertido en un destino turístico, caro y peligroso, porque muchos visitantes no están preparados.

El deporte queda en un segundo plano. La aventura y la superación humana se ha transformado en un parque de atracciones.