Juan Carlos Ferrero ha sido un grandísimo tenista. 16 títulos, entre los que se encuentra un Roland Garros, y ocho semanas como número uno de la ATP. Se retiró en 2012 tras caer ante Nicolás Almagro en su torneo de casa en Valencia y desde entonces se dedicó a la gestión de su academia, Equelite JC Ferrero Sport Academy, donde encontró a un diamante en bruto: Carlos Alcaraz.

Ferrero le conoció por primera vez cuando Alcaraz tenía 12 años. El murciano fue a disputar un torneo en su academia y, allí, ya le hablaron muy bien de 'Carlitos', que ya estaba ganando torneos a chicos mayores de su edad. Sin embargo, todavía allí siguieron sus caminos por su cuenta.

La primera vez que el valenciano vio jugar a Carlos Alcaraz fue cuando éste consiguió su primer punto ATP dos años después. Ferrero viajó para ver al palmareño, en un partido de cuartos de final del Future de Murcia de 2018 que perdió ante Sergio Gutiérrez por 6-0 y 6-4. Pese a la derrota, el extenista quedó enamorado de las cualidades del murciano, aunque tenía que pulir su juego y físico.

Por aquel entonces, Ferrero acababa de dejar de ser el entrenador de Alexander Zverev, ya consolidado en el circuito. Habló con el representante de Alcaraz, Albert Molina, para entrenarlo y éste le avisó que llevar a un tenista en formación era muy diferente a lo que había vivido con alguien consolidado en el tenis como el alemán.

Sin embargo, Carlos Alcaraz fue la apuesta personal de Ferrero. Aceptó el reto de formar a un tenista desde muy joven y tener que pasar de las comodidades de los torneos ATP a vivir las curiosas experiencias de los torneos de formación. Así, se convirtió en el entrenador del murciano en 2018.

Desde entonces, el valenciano fue puliendo las cualidades de Alcaraz, diseñando su calendario a medida y llevándolo cómodamente en un proceso que ha llegado a su punto álgido con la primera final de la joven carrera del murciano en el US Open, donde puede hacer historia si gana al proclamarse como el tenista más joven de la historia en ser número uno del mundo. Y esto, en gran medida, se debe a Juan Carlos Ferrero.