A sus 40 años, Roger Federer se encuentra atravesando el momento más difícil de su carrera deportiva. Tras volver de una lesión el pasado verano, el suizo volvió a resentirse en Wimbledon, donde cayó en cuartos de final, y tuvo que perderse los Juegos Olímpicos de Tokio.

El ganador de 20 Grand Slams tuvo que someterse a dos operaciones en la rodilla derecha y la fecha de su regreso en completamente una incógnita incluso para él.

En una entrevista al medio suizo 'La Tribune de Genève', Federer ha explicado que ve muy difícil volver antes del verano de 2022, por lo que su presencia en el Open de Australia, Roland Garros y Wimbledon está en seria duda.

"La verdad es que me sorprendería muchísimo jugar en Wimbledon; es decir, Australia ni siquiera entra en juego", ha señalado el exnúmero 1.

Los plazos de su recuperación se han alargado y confía en regresar a las pistas "durante el verano", aunque advierte que "los próximos cuatro o cinco meses van a ser decisivos".

"Este verano hemos decidido curar la lesión de mi menisco y eso implica que haya un tiempo de inmovilización. Los médicos también aprovecharon la oportunidad para tratar mi cartílago. La combinación de estas dos intervenciones requieren paciencia y la prudencia", ha explicado.

Sin embargo, Federer mantiene la ilusión por volver a jugar una final de Grand Slam: "Mi ambición es ver una vez más de lo que soy capaz. Mi vida no se va a derrumbar si no vuelvo a jugar una final de Grand Slam, pero sería un sueño volver a una de ellas y, de hecho, creo que puedo hacerlo".

El suizo, leyenda viva del tenis, sabe que la hora de su retirada está cerca, pero se resigna a que sea ya: "Aunque sé muy bien que el final está cerca, yo quiero intentar jugar algunos partidos más".