Sobre la hierba del All England Tennis Club, Federer levita. El suizo, a sus 37 años, sigue luciendo un juego exquisito, impecable y, a la vez, demoledor.

Es lo que mostró en la semifinal contra Rafa Nadal, un partido en el que fue de menos a más, llegando a perder el segundo set por 6-1. A partir de ahí, vino un recital de golpes desde el fondo de la pista, un clínic de saque y volea, un repertorio digno de una leyenda.

Rafa Nadal no se quedó atrás, también cuajó un gran partido. Lo único que no pudo controlar fue el gran nivel que mostró Federer, lanzado a partir de ese segundo set en el que se dejó llevar para, después, impulsarse como el ganador.

El mejor nivel del balear se plasmó en ese segundo set, donde hizo dos breaks ante los que Federer nada pudo hacer. El primer set fue igualado, de tanteo prácticamente, en el que las dos leyendas iban midiendo la fuerza del otro.

La clave fue el tercer set, en el que, con 1-3 en el marcador para Federer y con tres bolas de break, Nadal no pudo remontar. Ese fue un cambio de tendencia en un partido en el que Federer había mantenido las distancias con el español.

En el cuarto set, misma historia. Con 1-1, Federer conseguiría un nuevo break que no soltaría hasta el final. Tremendo partido del suizo, al que la hierba de Wimbledon parece rejuvenecerle y que nos haga olvidar la edad que tiene.