Pablo Carreño estaba ante su gran día, la gran oportunidad para plantarse en una final de Grand Slam. Su camino hasta llegar a la semifinal en la que se encontraría con Anderson había sido impoluto: no cedió un solo set.
Ambos protagonistas saltaron a la Arthur Ashe con ganas de ser el elegido para disputarle la corona del US Open a Rafa Nadal o a Juan Martín del Potro, dos monstruos de la raqueta a los que las lesiones les han lastrado de uno u otro modo a lo largo de sus carreras.
El partido arrancó con temor por parte de ambos, tanteando a su rival y lo que podían hacer. Apenas había oportunidades para romper los saques de Anderson, que sacaba como un martillo pilón, pero de repente, Carreño vio la luz entre tanta bomba.
En el 3-3, se puso 15-40, dos oportunidades para ponerse por delante y ganar el preciado primer set. No lo consiguió a la primera, pero sí a la segunda, cuando se puso con saque y a dos juegos de ganar la primera manga.
Anderson coge el mando del partido
El tempo del partido era suyo, con Anderson intentando buscar un golpe ganador de la manera más rápida posible, bien fuese en la volea o desde el fondo de la pista con una derecha absolutamente matadora. El sudafricano mantuvo su saque y apareció la oportunidad para cerrar la manga.
Con seguridad, Carreño puso el 1-0 en el marcador, le quedaban dos sets para la proeza, pero el partido se presentaba largo. Como era de esperar, Anderson reaccionó haciéndose fuerte desde su saque, cogiendo su látigo y repartiendo aces a diestro y siniestro. El saque que no le entraba, el español no era capaz de devolverlo, estaba en modo destructor.
Pronto llegó el break para el sudafricano, pero Carreño respondió en el juego siguiente con un contrabreak. Era un espejismo ante la superioridad de Anderson, que hundió al español poco a poco en el fondo de la pista.
Así, llegó su victoria en el segundo set (7-5), pero lo peor no era tanto el marcador como las sensaciones que dejó Carreño. A merced del rival, quedaba esperar una reacción por parte del español. Era el primer set que perdía en todo el torneo, ahora tocaba remar en un minipartido de tres sets.
El tercer set, un huracán
El comienzo no fue nada alentador, teniendo que levantar tres bolas de break en su saque, algo que, finalmente, acabó consiguiendo. El problema vino después, cuando Anderson no aflojó lo más mínimo y se mostró intratable desde el fondo de la pista con su derecha. Profundas y como misiles, así le llegaban las bolas a un Carreño que no supo responder a los ataques de su rival.
En su siguiente saque, Carreño no pudo mantener el empuje de Anderson, poniendo el 1-3 en el marcador. Con él llegó el 1-4, otro saque de Anderson en el que Carreño no encontró su opción. A ambos les costó aguantar sus respectivos saques, pero los sacaron adelante, lo que significa que Anderson cerró el set y se ponía a uno de la final.
Los primeros juegos del cuarto set eran de calma tensa, con ambos sabiendo que estaban en el alambre. Un nuevo set daría alas a Carreño, por lo que tenía tensión por no caer eliminado, pero la tensión también estaba en el lado del sudafricano, a seis juegos de su primera final de Grand Slam.
Poco a poco, Anderson fue cogiendo soltura de nuevo con su derecha y con su saque, unos golpes demoledores ante los que nada podía hacer Carreño, doblegado e intentando aguantar como buenamente podía. Lo intentaba de todas las formas posibles: cortando la bola, con dejadas, subiendo a la red... No había manera.
Fin al sueño americano
En el 2-2, Anderson logró un break que parecía definitivo por el momento del partido. Manteniendo su saque, se puso 4-2, dejando a Pablo tocado y prácticamente hundido. En ese juego, sacando Carreño, el sudafricano consiguió varias bolas de rotura, teniendo la opción de poner el 5-2, pero el español aguantó y aguantó las embestidas de su rival.
Podría acabar perdiendo, pero nadie podría negarle en un futuro que no se dejó hasta la última gota de sudor y de fe en el encuentro. Finalmente, aguantó, 4-3 y turno de Anderson. También cumplió su parte y se colocó a un juego de la final.
No iba a darle el gozo al sudafricano de que fuese en su saque cuando pasase a la final, aguantó firme y dejó el encuentro 5-4. Pero en ese juego, no pudo aguantar más Carreño. Finalmente, la victoria fue del sudafricano de 31 años que vio realizado su sueño de llegar a una final de Grand Slam.
Después de no perder un set en todo el torneo, Carreño perdió tres seguidos, un guión cruel para el final del sueño americano del español, que, pese a la derrota, abandonó la Arthur Ashe con la cabeza alta. Quizás el final de esta aventura sea el principio de una mucho mayor. Anderson se jugará el torneo contra Rafael Nadal.