A veces, el deporte se convierte en un cuadro de Francis Bacon. Es una perspectiva única, la del fotógrafo Terri Mitchell, de uno de los deportes más antiguos de la historia: el bodysurf.

Es la forma más sencilla de coger olas: sin tablas, solo con el cuerpo. Su origen se remonta hacia el 2.000 a.C. y era una práctica muy común en Hawai, donde recibía el nombre de Kaha Nalu. El deporte llegó incluso hasta oídos de Leonardo Da Vinci, que diseñó estos guantes que imitaban las membranas de aves y anfibios para facilitar la remada.

Su historia más reciente se remonta al año 1899, cuando el polinesio Tommy Tanna enseñó al australiano Fred Williams esta técnica ancestral. Hoy en día, se celebran campeonatos por todo el mundo.

Ha llegado incluso a nuestro país. En 2017 se celebró el primer campeonato de Bodysurfing en la playa del Sardinero, en Cantabria. Y no es de extrañar su popularidad, los más adeptos a este deporte defienden que es la mayor interacción que existe entre el ser humano y la naturaleza. Y eso convence a cualquiera.