Tiger Woods se mantiene fiel al PGA Tour. En los últimos días, el circuito americano ha empezado a sufrir los efectos de la llegada del LIV Golf Invitational Series, una nueva liga que cuenta con el apoyo de Arabia Saudí y que comienza esta misma semana en Londres.

Algunos golfistas importantes como Sergio García, Dustin Johnson o Phil Mickelson ya han confirmado su presencia en el primer torneo de la capital inglesa, renunciando directamente al PGA Tour.

Sin embargo, Woods es la nota discordante y ha decidido nadar a contracorriente, continuando con su participación en el circuito más prestigioso del mundo del golf.

Es un gran golpe sobre la mesa por parte del PGA Tour, ya que ha conseguido mantener la presencia de una de las mayores leyendas de este deporte a pesar de las tentadoras proposiciones de la nueva Liga de Arabia Saudí, de la mano de Greg Norman.

Las cifras exactas de la oferta no han salido a la luz, pero el propio Norman reconoció que "se le hizo una oferta monstruosa". "Alucinante, enorme. Estamos hablando de nueve cifras", sentenció en unas declaraciones ofrecidas al 'Washington Post'.

Por lo tanto, la cantidad superaría los 100 millones de dólares, algo coherente si lo relacionamos directamente con los 125 millones que ofrecieron a Jack Nicklaus para que fuera el embajador, los cuales rechazó.

El golfista estadounidense todavía no se ha pronunciado públicamente al respecto, y aunque se ha conocido su deseo de continuar en el PGA Tour, se desconocen los motivos que le han llevado a decir 'no' a una oferta tan suculenta.

No obstante, varias voces autorizadas apuntan al estado físico y a los principios morales de 'El Tigre' como principales razones para no formar parte del circuito saudí.

Otras figuras del golf como Ian Poulter, Greame McDowell, Louis Oosthuizen, Pablo Larrazábal o Adrian Otaegui, entre otros, han caído en la tentación de las ganancias que ofrecen desde Arabia Saudí.

Jay Monahan, actual comisionado del PGA Tour, fue muy contundente en sus amenazas a los golfistas que decidieran abandonar su circuito, con sanciones muy duras y también la posible suspensión a los jugadores por parte de Europa que quisieran participar en la Ryder Cup.