El caso conmocionó a todo Brasil. Bruno Fernandes declaró que "no mandó" el asesinato de su pareja, pero que "sí lo aceptó". Corría el año 2010 y el exportero de Flamengo o Atlético Mineiro fue condenado a 22 años de prisión. Fue acusado de "agresión, tortura y asesinato" de la madre de su hijo más pequeño, cuyo cuerpo nunca apareció.

Ahora, nueve años después y con el permiso penitenciario del tercer grado, el Poso de Caldas ha decidido contratar al guardameta, que jugará en la Tercera División Brasileña. Una polémica contratación que ha generado desconcierto en Brasil. Mientras, el jugador entrena por el día y por las noches duerme en la prisión de Varginha.

Una reinserción en la sociedad y en su profesión que no para todos es justa.