Eliud Kipchoge bien podría protagonizar una de esas películas de superhéroes que tan de moda están últimamente. Y la razón es bien clara. El atleta keniano ha hecho historia en Viena y se convierte en el primero en correr una maratón en menos de dos horas. Una vez más, el deporte nos demuestra que 'imposible' es tan solo una palabra.

Una que además no entiende Kipchoge. Porque ya lo venía avisando. Ya dijo que lo iba a hacer. Que lo iba a lograr. Que eso de las dos horas iba a quedar en nada con el tiempazo que se iba a marcar. En Berlín, en 2018, estuvo a punto. Fijó el récord, que casi rompe Bekele en la misma cita de este año, pero el keniano no se ha quedado en el 'casi' y en Viena ha marcado un 1:59.40

Todo estaba preparado al milímetro en el llamado 'reto INEOS'. Un coche marcando el ritmo con unos láseres, un montón de liebres turnándose unas a otras para tirar de Eliud, y un Kipchoge en plena forma con unas zapatillas que parecían de otra galaxia. Como él, que desde el comienzo ya dejaba claro que iba a poder entrar en meta haciendo el 'moonwalking' y aún así haría menos de dos horas.

Así pues, entre el júbilo de un público que sabía que estaba viendo historia del deporte, Kipchoge comenzó a correr. Sus cronos, en cada paso, eran lo suficientemente buenos como para batir el registro de las dos horas en los 42,195 kilómetros de maratón. Cuando quedaba lo más duro, tenía 10 segundos de margen con respecto al registro que quería batir.

De cuando en cuando, sus liebres se iban turnando. Unas salían; otras entraban. Todas, con la misma misión: tirar de un atleta que ha roto con todo límite conocido por el ser humano en una maratón.

La marca no tendrá carácter oficial

Eso sí, la marca no tendrá carácter oficial. El motivo, las ayudas que ha recibido a lo largo de la carrera en forma de liebres (41, nada menos), del coche con el láser tras el que iban a rebufo y por unas zapatillas que bordean lo permitido en maratón.

A pesar de todo, que 'le quiten lo bailao' a un Eliud Kipchoge que es historia. Que ha hecho historia. Que aparte de entrenar a su cuerpo ha hecho lo propio con su mente. Sus piernas y su cabeza saben que puede bajar de dos horas... y que además sea una marca de carácter oficial.