Seguramente las marcas de calzado deportivo sean las que estén más en contra de esta práctica, pero ya son varios los runners que se atreven a correr sin zapatillas.

Parece una forma primigenia, como volviendo a los inicios de la humanidad, pero que está cogiendo fuerza a estas alturas y que ya fue sinónimo de éxito echando la vista atrás unos cuantos años.

En los Juegos Olímpicos de Roma de 1960, el etíope Abebe Bikila no sólo gano la medalla de oro de la maratón por las calles de la capital italiana, sino que batió el récord del mundo, dejando una marca de 2:15:16... ¡corriendo descalzo los 42 kilómetros de la prueba!

Un hito insólito y en el cual se inspiran ahora estos corredores del Club Feetness: "Corriendo descalzos permitimos sacar el máximo rendimiento al diseño original de nuestros pies".

Según Jordi Vizcaíno, uno de los miembros de la asociación, esta modalidad te permite "conectarte mucho más con la Tierra y disfrutar mucho más del entorno". Sin embargo, no es algo que se consiga repentinamente, incluso muchos no lo consiguen.

"¿Todo el mundo puede hacerlo con una progresión determinada? Sí. ¿La mayoría de la gente fracasa durante el proceso? Sí.", comenta Andrea Andreu Bonilla, compañera del club.

"Al final, en un par de años, sí que eres capaz de correr sin problemas en cualquier superficie y muy rápido", apunta Jordi, aunque reconoce que en zonas de piedras "el terreno es mucho más técnico y tienes que ir un poquito más despacio".

Correr descalzo tiene una finalidad y es la ayuda a prevenir lesiones. "Se ha sumado mucha gente que tenía muchos problemas que al final ha dejado de tenerlos", confiesa. "Mejora todos los aspectos de tu cuerpo", conforme piensa Andrea.

Ahora ellos mismos animan a que más personas se atrevan a probarlo y descubran un nuevo mundo a la hora de salir a correr: "Realmente eres tú quien tiene que coger las riendas y no dejar que la zapatilla haga el trabajo por ti".