Nóvgorod no es Nizhny Novgorod. Esa es la dura realidad que descubrieron tres argentinos, Hector Besone, Miguel José Giraldo y Rubén Miret, en su periplo en coche para seguir a la albiceleste, cuando intentando llegar al Argentina-Croacia descubrieron que iban en dirección contraria.
Estos tres veteranos de los Mundiales -seis en la retina de Besone, desde Estados Unidos 1994, tres en las cuentas de Giraldo- se ríen ahora de la anécdota, llegados a San Petersburgo para vivir el último duelo de Argentina contra Nigeria, el próximo martes, en el que los de Jorge Sampaoli se juegan el pase a octavos.
"Tuvimos una odisea en Rusia", rememora en conversación con EFE Besone, ataviado con la camiseta de la selección, un sombrero circense con los colores de la albiceleste y una bandera argentina con sus tres máximos representantes: Lionel Messi, el Papa Francisco y la presentadora televisiva Mirtha Legrand.
El trío, que estuvo en el Rusia-Arabia Saudí inaugural y luego vio el Argentina-Islandia, se preparó para ir al Argentina-Croacia en su vehículo alquilado. "El segundo partido de argentina era en Nizhny Novgorod. En el auto pusimos el GPS a Nóvgorod y nos fuimos a 700 kilómetros hacia San Petersburgo", explica a EFE Rubén Miret.
El motivo del error
"Resulta que hay dos ciudades con nombres exactamente iguales, Nizhny Novgorod y otra que se llama Nóvgorod. Al llegar le pedimos un amigo que nos diera la ubicación para encontrarnos, y nos figuraba que estaba a 800 kilómetros de distancia", continúa. Nóvgorod es una localidad a unos 600 kilómetros al oeste de Moscú, a unos 200 de San Petersburgo.
Y Nizhny Novgorod se encuentra al este de la capital rusa, unos 400 kilómetros al este. En total, unos 1.000 kilómetros de donde habían llegado a donde querían llegar. "A las 6 de la mañana del día del partido nos dimos cuenta que estábamos a 900 kilómetros del Argentina-Croacia y, tozudos, salimos para allá y llegamos justo cuando empezaba el partido", desveló Miret.
Para ello requirieron del esfuerzo del tercero en discordia, Miguel José Giraldo, el encargado de conducir en esta kilometrada movida por la pasión por la selección argentina.
"Doce horas conduciendo. Con radar y sin radar, donde había radar un poco menos rápido y donde no había un poco más", explicó el esforzado conductor de este terceto de cincuentañeros, que tuvieron el ánimo suficiente para desandar lo andado y ver a su Argentina.
La solución para la albiceleste
Otra cosa es el resultado, una dura derrota por 0-3 que pone a los de Jorge Sampaoli en la obligación de ganar su partido del martes en San Petersburgo contra Nigeria y esperar que Islandia no gane a Croacia, o que si gana, la albiceleste se imponga por dos goles más para pasar a octavos.
"Soy un loco de los Mundiales, este es mi sexto Mundial, siempre tuve fe, y ahora tengo más fe que nunca de que se clasifica. Argentina clasificada va a ser peligrosa para más de uno", advirtió Héctor Bessone.
Otra cosa son las disquisiciones técnicas. El trío de aficionados mundialistas apuesta por el portero de River Plate, Franco Armani, en lugar de Willy Caballero, el meta del Chelsea inglés cuyos errores han sido muy criticados por la hinchada argentina. También tienen receta para que el astro del Barcelona Lionel Messi funcione con Argentina: rodearlo de futbolistas creativos.
"A Messi hay que hacerlo funcionar con gente que le dé la pelota como (Ever) Banega y (Paulo) Dybala, porque si no Messi se va al medio de la cancha porque está desesperado por agarrar la pelota", advierte Bessone.
"Hospitalidad extraordinaria" de los rusos
La voz cantante de este trío de apasionados por el fútbol se define como "un loco de los Mundiales", una competición que probó presencialmente por primera vez en Estados Unidos 1994, donde contrajo "una enfermedad incurable", que le ha llevado por Francia 1998, Alemania 2006, Sudáfrica 2010, Brasil 2014 y ahora Rusia 2018.
En el país de los zares, aseguran este grupo de argentinos que se han llevado "una sorpresa" con el trato de los locales. "En Sudamérica siempre sonó más la voz de Estados Unidos, y te decían que los norteamericanos son buenos y los rusos son malos. Yo de pequeño tenía miedo de los rusos. Hoy me doy cuenta de que son gente formidable", asegura Héctor Bessone.
"La cordialidad y la hospitalidad del pueblo ruso es extraordinaria", añade Rubén Miret, y coincide Miguel José Guiraldo: "Nos están tratando muy bien y estamos muy bien acá en Rusia".
Ubicados, esta vez sí, en la ciudad correcta, a dos días del trascendental partido en el que Argentina se juega el futuro en este Mundial contra Nigeria, Héctor, Rubén y Miguel se disponen a disfrutar de San Petersburgo. Si la albiceleste corresponde a sus esfuerzos, seguirán sumando kilómetros en octavos de final.