Es el coche pilotado por el suizo Alexander Prinz en las 24 horas de Nürburgring. Llevaba poco más de dos horas cuando comenzó el incendio.
Tenía que parar, no podía seguir así... y aquí empieza el problema. El coche no frena, vuelve a la pista y el piloto tiene que salir como puede. Pide auxilio, necesita urgentemente la ayuda de los comisarios y los llama a gritos.
El comisario con las banderas tiene que seguir alertando del peligro pero el resto tarda en reaccionar. No lo apagan, es el propio piloto el que lo hace y cuando parece que ya está controlado, vuelve al coche.
Aún quemándose las manos levanta la tapa motor para extingir el fuego. Lo bueno es que todo acabó en un susto, lo malo es que el Ferrari acabó para el desgüace.
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