Hablar de la Fórmula 1 es hablar de Williams. Y hablar de Williams es hablar de Fórmula 1. Es hablar de uno de los grandes, de los más grandes. De un equipo histórico que tiene en su haber hasta 16 Mundiales. Del equipo en el que militaron los Villeneuve, Prost, Senna, Hill, Jones y Mansell. Es hablar de historia, una con un gran pasado pero de presente frágil y futuro más que incierto.
Porque el equipo, comandado por Claire Williams de jefa de equipo y por su padre Frank, el gran Sir Frank Williams, como director, está al borde del abismo. Al borde de perder su nombre, o su apellido más bien. Un apellido grande en una F1 que les está devorando lentamente desde hace años. Tras el adiós de ROKiT, su patrocinador principal, la única solución es vender el equipo.
En venta está, y se espera que algún inversor aporte la cantidad necesaria para salvar al equipo. Esperanza hay que el nombre se mantenga, pero todo será lo que quiera quien más capital aporte para ocupar una plaza en el Mundial de Fórmula 1.
Su última victoria, en el GP de España 2012
Desde hace no pocos años algo se venía intuyendo. Pastor Maldonado, con el patrocinio de PDVSA, mantuvo a flote al equipo para luego llevarse todo a Lotus. Pilotos de pago buscaban en estas temporadas para aportar algo de dinero, como prueban los, por ejemplo, nombres de Lance Stroll, Sergey Sirotkin y, este 2020, Nicholas Latifi.
Nada ha sido suficiente, pues los ingresos por resultados han sido escasos para una escudería que tiene en 2012, en el GP de España, su última victoria. La logró Pastor Maldonado, en un año en el que la escudería de Grove tuvo muy buenas sensaciones.
De los podios de Massa y Bottas a ir cuesta abajo y sin frenos
Sensaciones que también tuvieron con Felipe Massa y Valtteri Bottas a mediados de la década de 2010. En 2014 y en 2015 terminaron terceros en el Mundial de constructores. Se mantuvieron en mitad de tabla los dos años posteriores para, desde 2018, sumirse en la nada.
Motorizados por Mercedes en el comienzo de la era híbrida, podios y puntos llegaban a Williams con Massa y Bottas en sus volantes. Y poles, como la lograda por Felipe en el GP de Austria 2014, por delante de su compañero Valtteri.
Pocos podían presagiar ahí que seis años más tarde, Williams estaría al borde del colapso. Que estarían cerca del adiós de una competición que no habría sido lo mismo sin ellos. Desde que en 1978 compitiesen en su primer Mundial el apellido Williams era y es sinónimo de F1.
Nueve Mundiales de constructores y siete de pilotos
Nueve mundiales de constructores suman, el último de ellos en 1997 cuando Jacques Villeneuve tomó el testigo de Damon Hill como campeón del mundo. Éste, por cierto, también de Williams, sumando dos títulos consecutivos al igual que hicieran en 1992 y 1993 con Mansell y con Prost. Tras vencer, Alain se retiró y llegó Senna.
Llegó Ayrton en ese fatídico 1994, con ese GP de San Marino en el que el brasileño perdió la vida tras un gravísimo accidente en carrera.
Catorce años antes de ese momento, llegaron los primeros éxitos de Williams gracias a Alan Jones. Fue en 1980. En 1982 sería Keke Rosberg, padre de Nico Rosberg, quien ganaría el Mundial con los de Grove. Nelson Piquet completa la lista de campeones del mundo de la escudería.
Mansell, Prost, Senna, Hill, Villeneuve... y Montoya, Schumacher, Webber...
Por sus filas, aparte, han pasado ilustres como el hermanísimo Ralf Schumacher, Juan Pablo Montoya, Nick Heidfeld, Mark Webber, Ricardo Patresse... y otros muchos más que han sentido cómo se las gastan motores como Mercedes, Renault, BMW, Toyota, Honda... Porque 42 años dan para mucho.
Dan para haber logrado 114 victorias, con 129 poles y 133 vueltas rápidas en 744 carreras, en las que han sumado 3.561 puntos. El último, el logrado por Robert Kubica en el GP de Alemania de 2019. El último, de momento.