Aston Martin da para lo que da. Es lo que es. El quinto equipo. A una buena distancia de los otros cuatro por arriba y a no demasiada de los otros cuatro por abajo. En Bélgica, en donde se dijo que irían mejor que en Hungría por las características del asfalto, Fernando Alonso salvó los muebles para los de Silverstone rascando un par de puntos con el AMR24 de siempre.
Con el que Lance Stroll sufrió. Sufrió mucho. Sufrió tanto que se sumó al carro de Fernando Alonso. Porque el asturiano lo dijo en los Libres 1. Estaba tan contrariado por su velocidad que ni sabía si estaba fallando el motor. No, no falló. Es simplemente lo que había.
El canadiense ya lo sabe, y por radio dejó a las claras lo que era estar sobre el AMR24: "¡Nuestra velocidad en recta es una puta broma!"
Lo era. Se vio cuando Esteban Ocon adelantó a Fernando Alonso y le sacó unos tres segundos en apenas cinco vueltas. Sí, sin duda Stroll tenía razón. Pero el asturiano, y Aston Martin, tenían otros planes en mente.
Estrategia clave
Tenían una estrategia que cumplir. Por eso iban como iban. Despacio. Guardando. Gestionando tras ver que a George Russell eso de ir a una parada le iba a salir muy, muy bien. Ellos, a probar. A probar y a ver si así se podía minimizar la debilidad presente en el AMR24.
Objetivo complicado, pues no pocas eran las vueltas que había que aguantar. Que había que completar. Pero era lo que tocaba. Parar significaba irse al fondo, y en juego estaban dos puntitos.
Estaba la novena plaza. Buen premio. El mejor posible para el Aston Martin en Bélgica. La radio final de Alonso a su equipo dejaba a las claras las ganas que tenía de cruzar por la bandera a cuadros para llevar tal regalo a Silverstone.
"¡Sí! ¡Vamos! ¡Joder!", dijo el bicampeón del mundo cuando apenas quedaban unos pocos kilómetros para sumar lo máximo para Aston Martin.
Lo logró, con un noveno puesto en una prueba que fue para George Russell. Mercedes, doblete con Hamilton segundo. Oscar Piastri, tercero. Max Verstappen... quinto.