Llegó a ser el talonador con más internacionalidades de la historia de Inglaterra, selección con la que se convirtió en campeón del mundo en 2003. Sin embargo, ya no se acuerda de ninguno de los partidos que disputó en aquel torneo. El rugby fue tanto su vida como el inicio de una enfermedad que le perseguirá hasta el final de sus días.

Steve Thompson, de 43 años, fue diagnosticado el año pasado de demencia como consecuencia de los múltiples golpes en la cabeza que recibió al practicar el deporte que amaba, y ahora ha hecho pública su decisión de donar su cerebro dañado para el estudio de la enfermedad cuando fallezca.

Lo cierto es que hasta ese momento no se podrá dictaminar exactamente cuál es su diagnóstico concreto, aunque todo apunta a que su condición es parecida a los que han padecido una encefalopatía traumática crónica, muy típica en jugadores ya retirados de la élite, tanto de rugby como de otros deportes de contacto.

Durante los últimos años se han planteado varias alternativas para "hacer el juego más seguro", como Thompson pide. De hecho, las denuncias por negligencia a las ligas y los órganos rectores por no proteger la integridad de los jugadores se han multiplicado, entre las que se incluye la del propio exjugador inglés.

Este gesto altruista ayudará al 'Concussion Legacy Project', quienes se centran en conmociones cerebrales para su estudio y, con suerte, la prevención.

"Quiero que los hijos de las personas que amo no tengan que pasar por lo que yo he pasado", comenta Thompson, quien sufre "grandes depresiones" desde que le comunicaron la noticia.

El jugador se siente "culpable por lo que he hecho pasar a mi familia" y, en consecuencia, sigue luchando por hacer el deporte menos peligroso, como sería quitando el contacto en las categorías de iniciación según él, además de querer ayudar a la ciencia con su donación.

"Vamos en la dirección correcta, pero todavía hay mucho trabajo por hacer para asegurarnos de que los jugadores estén seguros", explica.