Duele, duele mucho ver así a Fernando Alonso. Tras lograr un increíble y meritorio segundo puesto en clasificación bajo la lluvia, al bicampeón del mundo de Fórmula 1 no se le podía borrar la sonrisa de la cara el sábado... pero lo que era pura ilusión tras la 'qualy' se convirtió en una dura decepción el domingo.

Poco después de que arrancara la carrera, el asturiano se quedó a 10 segundos de poder entrar a boxes con el virtual safety car que provocó 'Checo' Pérez, por lo que, de primeras, sus opciones ya quedaban supeditadas a un guiño de la diosa Fortuna.

Nada más lejos de la realidad, en torno a la vuelta 20 su Alpine A522 comenzó a volver a dar problemas de fiabilidad y no podía exprimir al máximo el motor en las rectas, por lo que perdía "entre 0,8 y 1 segundo" por giro.

Tras entrar a boxes después del coche de seguridad provocado por Yuki Tsunoda, Alonso salió detrás de Ocon a falta de 15 vueltas para la bandera a cuadros.

En ese punto, Alpine decidió mandar órdenes de equipo y le indicó a Fernando que no peleara con Esteban, mientras que el ovetense hacía un llamamiento a su mejor ritmo durante el fin de semana para que le dejara pasar.

Al final, el francés bajó el ritmo para que el ovetense tuviera DRS y así pudiera defenderse de Valtteri Bottas en los giros finales... pero varios volantazos en la recta principal para defenderse del finlandés fueron considerados una ilegalidad por la FIA y una sanción a posteriori de cinco segundos terminó relegándole a la novena posición de una carrera en la que partía segundo.

Sin ser conocedor siquiera de que estaba siendo sujeto de una investigación por parte de los comisarios, Fernando Alonso mostró su rabia y frustración tras pasar la línea de meta.

El asturiano, desatado, golpeó en varias ocasiones a su volante, seña clara de la decepción por lo que pudo ser y no fue. Eso sí, queda claro que sin problemas de fiabilidad y con un pelín de suerte, Fernando está ahí para pelear por algo más que un sexto o séptimo puesto.