Pocas veces se ha visto algo así en Carlos Sainz. Muy, muy pocas veces. Desde, quizá, el'stop inventing'no ha sido el madrileño tan claro por su radio con Ferrari. Porque en Mónaco, en la siempre exigente pista de Mónaco, todo error puede salir caro.

Y en la 'Scuderia', en Ferrari, cometieron uno. Lo cometieron con él. Con su estrategia. Con una parada que nadie entiende y menos un Carlos que ya bastante tenía con lo que le estaba haciendo pasar Esteban Ocon. El galo, una tortuga comparado con él, le frenó y en su equipo fueron incapaces de sacar ventaja con sus neumáticos duros.

Porque el francés hizo su parada. La hizo porque sus gomas medias no daban para más. Pero Sainz tenía otros zapatos. Unos más resistentes. Unos que le habrían permitido, por fin, tirar en aire limpio y demostrar su ritmo. Pero en Ferrari tenían otra idea.

La idea de parar. La idea de no abrir hueco con Ocon para asegurarse una posición ganada. Para asegurar el podio. Apenas había 19 segundos entre ambos, pero Sainz, en contra de lo que debía haber hecho, entró a boxes a petición de Ferrari.

No salió bien, ni mucho menos. Esteban Ocon mantuvo posición, y además Carlos Sainz cargó medios con la mitad de carrera por disputarse y con la lluvia amenazando.

"¡Me da igual Hamilton!"

Su cabreo fue brutal: "¡Esto es exactamente lo que os había dicho!"

Y su ingeniero, a lo suyo: "Esto era para protegernos de Hamilton. Es el objetivo".

"¡Me da lo mismo Hamilton! ¡Era más rápido!", dijo tajante, y con razón, Carlos Sainz.

Tremendo enfado el que tenía el madrileño, que vio cómo un error de estrategia ponía en un gran compromiso sus opciones de llegar al podio en Mónaco.