Mercedes está sufriendo muchísimo en la primera parte de la temporada 2022. Los alemanes venían de ocho Mundiales de constructores consecutivos y tenían muchas esperanzas puestas en su W13 de cara a la nueva normativa. Pero la realidad les golpeó y se vieron muy lejos de sus máximos rivales, Ferrari y Red Bull, al inicio de temporada.

La escudería de la estrella fue relegada a la tercera posición del campeonato sin ninguna posibilidad de luchar por las victorias. Además, los alemanes han sido el equipo que más problemas ha tenido con el famoso 'porpoising' y siguen sin poder resolverlo.

La situación se volvió crítica hasta el punto de que Lewis Hamilton fue cazado reconociendo que el coche de este año era "muy malo" durante el GP de Canadá.

Pese al bajo rendimiento inicial de la escudería liderada por Toto Wolff, la fiabilidad ha sido su punto fuerte. Los continuos errores técnicos de sus rivales fueron permitiendo ir sumando más puntos a Mercedes y colándose en el podio asiduamente.

Los alemanes solo suman un abandono entre los dos pilotos, el de George Russell en Silverstone provocado por el grave accidente de Zhou, por lo que tampoco fue un problema de fiabilidad.

Wolff, jefe de la escudería, reconoció la dificultad de este año: "Siendo sincero, esta temporada nos hemos movido entre la depresión y la alegría, y a veces cambiaba de un día a otro. Este año es algo doloroso", reconoció el directivo.

La progresión de Mercedes ha sido evidente durante las últimas carreras hasta llegar a su culmen: la pole de Russell en Hungaroring. "Necesitas continuar desarrollando para equivocarte y acertar.

Fue como una prueba y error, ayer el coche era tan malo que éramos conscientes de que debíamos cambiar la dirección y darle la vuelta a todo", comentó el alemán tras la pole del británico.

Sin embargo, a los alemanes les queda un escalón más: la victoria. Una hazaña que pueden conseguir en la carrera de Hungría con un George Russell que saldrá desde la primera posición de la parrilla.