McLaren-Honda, una unión llena de éxitos a finales de los 80 y a comienzos de los 90. Una unión que volvió, en 2015, y que hizo que hasta Mercedes temiera filtraciones cuando en 2014, primer año de los v6 turbo, aún fueran ellos los motoristas de los de Woking. Infundado temor el suyo, infundado que además hizo cierta la frase de 'cualquier pasado fue mejor'...

Porque a pesar de todo el ruido mediático, a pesar de todas las esperanzas y a pesar de contar en sus filas en 2015 y en 2016 con dos campeones del mundo, y en 2017 con un bicampeón como Fernando Alonso, la unión de McLaren y de Honda ha sido de todo menos positiva. Tanto es así que el adiós de los japoneses se ve en Woking como una auténtica liberación y como el adiós al mayor problema que han tenido estos tres cursos.

Nada ha salido bien en Sakura. Las pruebas de potencia resultaban ineficaces, los nuevos sistemas eléctricos incomprensibles, y el avance era y es tan lento que McLaren ha visto en las rectas de cada circuito un auténtico problema, y cada carrera o clasificación ha sido vista más veces como un test y una prueba para ver si el coche llegaba a la línea de meta. Algo que no ha sido ni mucho menos sencillo.

En 2014, en los test de final de curso en los que Honda puso sus motores en el McLaren, ya se podía presagiar que algo muy malo podía pasar. Se comprobó en los test de pretemporada de 2015, unos en los que la falta de velocidad punta y de fiabilidad eran palpables. Y quedó claro en un año en el que Australia y Malasia, las dos primeras carreras, fueron un desastre para un equipo acostumbrado a ganar.

Tres años malos para una escudería histórica

El resultado del primer año de McLaren y de Honda fue una pesadilla. Penúltimos en el Mundial de Contructores, con 27 puntos y solo por delante del equipo Manor. Solo sumaron puntos en Mónaco, en Gran Bretaña, en Hungría (único con ambos coches en puntos), en Rusia y en Estados Unidos. Ese curso, Alonso sumó siete abandonos y Jenson Button cinco. El inglés ni siquiera pudo tomar la salida en Baréin, y el asturiano, en México, dio una vuelta y puso rumbo a boxes.

Las cosas fueron mejor en 2016, tanto en fiabilidad como en resultados. Ese año, McLaren-Honda acabó sexta en el Mundial, y sumaron 76 puntos. Fernando Alonso tuvo cuatro abandonos, el de Australia por un accidente brutal que le impidió estar en Baréin, y Button llegó hasta a clasificar tercero en Austria. Cinco abandonos para él, y el coche que parecía al alza a final de temporada.

Pero decidieron cambiar de rumbo, y Honda no se enteró de la película. Cuando parecían haber encontrado el rumbo, se modificó el criterio del motor en un curso en el que cambiaron bastantes cosas y en el que los que no dominaban podían aprovechar. El chasis McLaren, considerado como uno de los mejores, poco pudo hacer ante una hecatombe nipona que les llevó a romper con ellos y firmar con Renault.

Y con razón, por otra parte. Este curso, en pretemporada, los fantasmas de 2015 no solo volvieron sino que se hicieron más grandes. La potencia ha sido famosa por su ausencia y la fiabilidad ha estado a un nivel peor que hace dos temporadas. El mítico "no power" de Fernando Alonso se ha escuchado no pocas veces en clasificación y en carrera, y han sido siete los abandonos del asturiano, con una carrera, la de Rusia, en la que ni salió, y en Mónaco que prefirió irse a la Indy. Hasta en el 'Driver's Parade' de Italia se le paró el coche de exhibición.

Las 'inolvidables' situaciones dejadas en tres años

Poco o ningún éxito ha dejado esta unión. En el recuerdo, sin embargo, hay imágenes, secuencias y situaciones inolvidables, para mal claro está. El "GP2 Engine" de Fernando Alonso en Japón, la vuelta en México en 2015 para poner rumbo a boxes, el 'cordón policial' en carreras en las que el coche ni salió del garaje, la foto del podio de Brasil 2015, Alonso tomando el sol... en Brasil 2015, el coche chorreando aceite en España 2017 tras una curva, o a Fernando bajo el podio de Hungría deseando felices vacaciones. A partir de ya, todo eso puede ser cosa del pasado.