Cuando se le caló el Alpine en la vuelta de formación ya se presagiaba que la salida de Fernando Alonso en la carrera al sprint del Emilia Romagna podía ser un problema. Y sí, lo que se presagiaba resultó ser cierto, con un arranque tras el apagado del semáforo en el que el asturiano, bicampeón del mundo de F1, perdió dos posiciones para ver cómo al final se quedaba sin premio.
Porque se metió en problemas. En muchos problemas. Porque lo que debía ser un ataque a un Kevin Magnussen que comenzaba la prueba con medios se convirtió en una odisea en la que se midió, a pocas curvas del comienzo, con un Carlos Sainz que arrancaba décimo. Él era quinto.
Lo fue por poco tiempo, porque Ricciardo y Pérez le tiraron el coche para dejar atrás al Alpine. Para hacer un sándwich de monoplaza azul que le hizo tener que pulsar el pedal de freno. Que le puso en tráfico y sin ritmo para seguir a los de delante.
Toque con la arena... y sin puntos
Con Carlos Sainz desatado, Fernando Alonso perdió la séptima posición en favor del madrileño de Ferrari. El Alpine, nervioso en el asfalto de la pista de Imola. Con correcciones varias, y con un toque en la grava que hizo que lo que podía ser no fuese. Y que lo que no debía pasar, pasase.
Estaba en zona de DRS con Magnussen, defendiéndose de un Bottas que se quitó fácil a Vettel. Ese pequeño toque con la arena le dejó fuera del segundo necesario con el danés, y Valtteri tuvo escasos problemas para superarle.
Para dejarle sin puntos, y para que, de nuevo, se notasen las costuras de un coche que en carrera, sea larga o corta, lo pasa mal. Lo pasa muy mal. De ser quinto, de empezar quinto tras una crono en la que se quedó a 71 milésimas de Norris, pasa a ser noveno. Cuatro plazas perdidas. El que más junto a Magnussen en las 21 vueltas en el Emilia Romagna.
Alpine, coche de clasificación
Ahora toca el desenlace, con más giros en Imola y con un coche que en 'qualy' sí pero en carrera no. De momento está en plaza de puntos... pero cuatro posiciones perdidas son cuatro posiciones perdidas.