Fernando Alonso ha terminado en séptimo lugar la carrera del GP de China. El asturiano, que arrancaba tercero tras una clasificación que fue completamente inexplicable incluso para su propio jefe, tenía por delante 56 vueltas con un Aston Martin que de momento es una máquina de comer neumáticos.

Y tampoco es que ayudase mucho lo que sucedió en Shanghai. Dos safety car hubo, y los dos aparecieron cuando el asturiano a buen seguro habría preferido que fuera todo más tranquilo. Que o bien hubieran salido antes o bien después. Porque ayudaron a sus rivales. Porque destrozaron su estrategia con las gomas blandas.

Del 12º al 7º... con vuelta rápida

Eso obligó a remontar al final. A unas diez vueltas de clasificación con neumático medio para pasar del 12º puesto al séptimo final. Y sí, eso le gustó.

"Me he divertido mucho con esa tanda final al ataque. Ha sido una muy buena carrera", cuenta Alonso.

Y continúa: "Acabamos a cuatro segundos de Russell y cerca de los Ferrari. En igualdad de condiciones, como en la salida, ganamos posiciones. Luego es casi un milagro acabar séptimos".

"No es normal estar por delante de Hamilton y de Piastri. El coche es un segundo más lento que McLaren y que Ferrari, pero peleamos con ellos en carrera", insiste.

Porque Alonso está logrando que el que es quinto monoplaza de la parrilla parezca el tercero. Porque fue séptimo en China, con no pocas cosas en contra, y además sale de Shanghai con el premio de la vuelta rápida de carrera.