La tensión en Red Bull es innegable. Max Verstappen es un animal competitivo y no tolera perder. Y perdió en Arabia Saudí, por detrás de Sergio Pérez, a pesar de que mantuvo el liderato gracias a una vuelta rápida que logró tras discutir con su equipo por la radio.

Su cara y la de su padre, Jos Verstappen, en el podio demostraban que sólo quieren ganar. Alegría en el lado de Pérez, mucha seriedad por parte del neerlandés, que quiere su tercer mundial de Fórmula 1 consecutivo.

Después de la ceremonia del podio lo dejó claro con sus palabras: "El equipo está contento pero yo personalmente no estoy contento porque no estoy aquí para ser segundo".

"Siendo realista, sin el coche de seguridad el segundo puesto era el resultado más alto posible. En las primeras vueltas era difícil seguir a los coches con curvas tan rápidas, tienes un efecto de viento de cola y el coche se va para todos los lados", comentó el piloto neerlandés.

Algo le molestaba en la parte de atrás del coche y eso, según él, le impidió llegar a Pérez: "Cuando era segundo era una desventaja importante. Intenté ir a por ella, pero notaba vibraciones en el tren trasero, en el eje, y estoy seguro de que había algo".

"En ese punto eché cuentas y no habría sido capaz de cerrar la desventaja con Checo. Es importante conformarse con el segundo y no tener problemas con el coche", completó el bicampeón de la F1.

Con solo dos carreras disputadas, la guerra civil ya está montada en Red Bull. Y estas palabras de Verstappen no ayudan a calmar las aguas. El neerlandés sólo quiere ganar... y nunca estará contento con un segundo puesto.