El Gran Premio de Austria fue uno de los más complicados para el equipo Mercedes. Aunque quedaron en tercer y cuarto lugar, sus dos pilotos, Lewis Hamilton y George Russell, se chocaron en la Q3 dejando destrozados los dos monoplazas, especialmente en el caso de Hamilton, cuyo accidente fue el más fuerte.
El hecho de que el sábado se celebrara el Sprint hizo que los mecánicos de la escudería alemana trabajaran contrarreloj para tener los dos coches a punto. De hecho, Hamilton estuvo apunto de no salir en los Libres 2, aunque finalmente sí pudo rodar en los últimos minutos.
Lo que parecía que iba a ser un fin de semana muy complejo para Mercedes después de los accidentes acabó siendo casi como una victoria para ellos. "Cuando chocas dos coches, siempre será un fin de semana muy difícil a partir de ese momento", comentó Mike Elliott, director técnico de la escudería.
En el Sprint Russell acabó cuarto y Hamilton octavo, mientras que en la carrera el siete veces campeón del mundo logró subir al podio en tercera posición junto a Charles Leclerc y Max Verstappen, acabando Russell en cuarta posición.
Los daños en el coche de Hamilton eran reparables. El problema era que había muy poco tiempo para arreglarlos y finalmente se reparó desde cero todo el coche.
La decisión de Mercedes
El equipo alemán tan solo tenía tres alerones traseros, y dos de ellos fueron dañados en los accidentes, dejando solo uno nuevo. Eso significaba que tan solo uno de los dos coches podía llevar ese ala trasera que sobraba.
Mercedes tomó la decisión de que fuera el heptacampeón del mundo el que llevara este alerón, a pesar de que salía por detrás de Russell. Además, Elliott también explica que tuvieron que construir otro suelo: "Teníamos un repuesto completo que podíamos colocar y tuvimos que sacar lo mejor de los dos suelos colapsados para construir otro".
El otro motivo del por qué le dieron a Hamilton el ala nueva fue por que si se la ponían a Russell, el coche hubiera generado demasiada carga aerodinámica para el circuito del Red Bull Ring.