Siete años. Siete largos años han pasado desde que Jules Bianchi falleció tras las graves heridas sufridas en el accidente que tuvo en Suzuka. El francés, con un futuro que todos daban por hecho en Ferrari, había demostrado en solo un año y medio de su talento manejando fórmulas, teniendo como culmen la 9º posición que cosechó en Mónaco 2014, donde sumó puntos a los mandos del poco competitivo Marussia.

Esa segunda temporada en el Mundial estaba destacando con grandes actuaciones, pero llegó Suzuka. El accidente ocurrió el 5 de octubre de 2014 durante el Gran Premio de Japón. Una tormenta provocada por el tifón 'Phanfone' había conllevado una carrera en lluvia donde era todo un mérito mantener el coche en el asfalto. En la vuelta 42, Adrian Sutil perdía el control de su monoplaza y se chocaba contra la barrera de neumáticos.

El entonces director de carrera, Charlie Whithing, decidió sacar doble bandera amarilla en esa curva y no el 'safety car'. En el siguiente giro, mientras una grúa sacaba el coche de Sutil, Bianchi también perdía en el mismo punto el control de su Fórmula 1 e impactó a gran velocidad contra la grúa.

Tras el accidente del francés, se sacó la bandera roja, la carrera terminó ahí y en el podio no se descorchó champán por respeto al estado del piloto de Marussia. Bianchi fue diagnosticado con daño axonal difuso, una grave lesión cerebral.

Se mantuvo en coma los meses siguientes, luchando por su vida mientras se recibían pocas actualizaciones de su estado hasta que llegó la peor que se podía esperar: el 17 de julio de 2015 se comunicaba el fallecimiento de Jules Bianchi tras no poder superar las graves lesiones sufridas por el mencionado impacto.

Llegaron el VSC... y el halo

La FIA justificó el accidente con una velocidad desmedida del francés en ese tramo de la pista, lo que le hizo perder el control del coche e impactar contra la grúa. Esta explicación provocó grandes críticas, pero el organismo tomó nota del accidente para mejorar la seguridad de los pilotos.

La primera medida que tomaron fue la llegada el año siguiente del 'Virtual Safety Car', que consiste en la reducción obligatoria de la velocidad debido a que hay un elemento en la pista, ya sea un comisario, un coche parado o una pieza suelta. Así se ordena a los pilotos aminorar su ritmo sin necesidad de sacar el coche de seguridad y agruparlos tras él. También se procedió a mejorar la resistencia de los cascos con unos materiales que absorbían mejor el impacto.

Pero la decisión más importante que tomó la FIA tras el accidente de Bianchi fue la introducción del halo en 2018. Esta pieza provocó enormes críticas con su llegada ya que afectaba a la aerodinámica del monoplaza, dificultaba la salida del piloto del coche en caso de accidente y reducía la visión del piloto.

Sin embargo, tras cuatro años y medio desde su imposición, se ha comprobado que es un elemento imprescindible y que ha salvado vidas, como se pudo comprobar en Silverstone con los accidentes de Roy Nissany y Guanyu Zhou y en Sakhir, en 2020, con Romain Grosjean.

En definitiva, Jules Bianchi dejó un enorme vació en el corazón de los aficionados al automovilismo con su pérdida, pero ha hecho de la Fórmula 1 un lugar más seguro.