Es la última gran tragedia que se recuerda en la Fórmula 1. Año 2014, Gran Premio de Japón. Un tifón se extendía por toda la costa este del país nipón derivando en grandes precipitaciones que cayeron sobre el circuito de Suzuka. El pronóstico invitaba a pensar que cancelar la carrera era una idea a tener en cuenta.
En aquel gran premio ya se podía intuir que algo iba a salir mal. Adrian Sutil se quedó atascado en la grava tras salirse de una curva debido al agua. Es por ello que se decretó la bandera amarilla y la grúa entró para sacar el coche de Sutil.
Lo peor estaba aún por llegar. Jules Bianchi también fue víctima del asfalto mojado y tras perder el control de su monoplaza, se terminó estrellando contra la grúa a más de 120km/h. En palabras del por entonces vicepresidente de la Comisión de Seguridad de la FIA, Andy Mellor, el impacto fue "tan duro como si un coche se hubiera lanzado desde una altura de 48 metros".
Jules Bianchi fue trasladado al hospital de inmediato con lesiones muy graves en la cabeza. Los médico consiguieron salvarle la vida y le indujeron el coma. A las semanas, la salud de Bianchi parecía mejorar y empezó a respirar por si mismo. Fue entonces cuando se le trasladó a Niza, su ciudad natal, para continuar con su recuperación aunque su salud seguía siendo crítica.
Tras el traslado, Bianchi empeoró y terminó falleciendo en 17 de julio de 2015 dejando a toda la Fórmula 1 gravemente conmocionada y estableciendo la que hoy por hoy es la última gran tragedia de este deporte. Este sábado 5 de octubre se cumplen 10 años de aquel accidente que se terminó llevando la vida de un piloto que será recordado por siempre en la F1.