El Gran Premio de México de este fin de semana abrirá el 'triplete' que experimentará el calendario de Fórmula 1 en las próximas dos semanas con las carreras seguidas en Brasil y Catar.

El Autódromo Hermanos Rodríguez supondrá un reto para los pilotos y las escuderías, que deberán aclimatarse a las particularidades del trazado y del entorno para rendir al máximo en los primeros libres y llegar a la clasificación en condiciones óptimas.

El principal 'problema' en México es la altitud. El circuito se encuentra a 2.285 metros sobre el nivel del mar y afectará directamente a los pilotos en el plano del desgaste y a los monoplazas en términos de motor y aerodinámica.

Cuanto más ascendemos sobre el nivel del mar, el aire pierde densidad y presión, lo que incumbe en una menor cantidad de oxígeno. Este hecho afecta al esfuerzo físico de los pilotos, que tendrán que exprimir más su cuerpo para adaptarse a las condiciones de la pista.

Paralelamente, el hecho de que haya menos oxígenos también afecta de una manera indirecta al motor. A pesar de contar con la misma potencia, la menor densidad del aire radica en una menor capacidad de refrigeración dadas las altas temperaturas que habrá en el Autódromo.

Al igual que al motor, caja de cambios y frenos, la altitud afecta a la carga aerodinámica disminuyendo la resistencia al avance: a mayor altura sobre el nivel del mar, la aerodinámica se reduce, por lo que en México los equipos buscarán alcanzar la máxima carga posible.

Por último, dadas las altas temperaturas y el menor agarre, es clave tener en cuanta el sobrecalentamiento que pueden experimentar los neumáticos.