Es un 'rookie', pero no lo parece. Lleva apenas dos carreras en MotoGP, pero tampoco lo parece. Porque Pedro Acosta es uno de esos pilotos tocados por una varita. Porque es de esos de los que se puede ver venir, de lejos, todo lo que está por llegar. Todo lo que puede llegar. Todo lo que puede lograr. Porque en apenas un par de fines de semana, el murciano lo ha dejado claro.
Ha dejado claro que quiere, y que puede, ser campeón del mundo. Que quiere, y que puede, ganar carreras. Que quiere, y que puede, sacar lo máximo con lo que le pongan. Que tiene picardía. Que no es de los que se achantan. Que le dan lo mismo veteranos que noveles. Que no le preocupa que sean campeones o miembros más longevos de su marca.
Y es que Bagnaia y Márquez ya le conocen. Le conocen mucho. Ya saben cómo se las gasta en pista y que el respeto que les tiene se queda donde ha de quedarse. En Portugal, en su segunda carrera en la categoría, podio.
"Íbamos ya con la lengua fuera"
Tan solo por detrás de dos Ducati siendo, además, ya quinto del Mundial con 28 puntos a 32 de Jorge Martín. Está tras Binder, pero por delante de un Jack Miller, que como Brad pilota la oficial de KTM, que no ha tenido más remedio que reconocer que Acosta tiene mucho que enseñarle.
A sus 29 años, con casi una década de experiencia en MotoGP, el australiano se fija en el novato. Y lo hace porque sabe de lo que es capaz. Porque el estilo Acosta se ha ganado a la parrilla.
"Parece que su cabeza está a punto de rozar el suelo. Su estilo es impresionante. Solamente puedo desear pilotar así", afirma.
Y es que reconoce lo que fue una obviedad en Portugal: "No tuve ninguna oportunidad contra él. Binder y yo estábamos con la lengua fuera cuando tratamos de adelantarle".
"Se le veía muy bien encima de la moto. En cuanto superó a Brad empezó a dar gas y... nada, no pudimos hacer nada", cuenta.